Gran parte de nuestro historial médico está escrito en nuestros genes. En este sentido, son numerosas las enfermedades que heredamos de nuestros padres y madres. La predisposición genética juega un papel fundamental en las enfermedades hereditarias, aunque cabe señalar que esa predisposición no implica necesariamente que se vaya a padecer una determinada patología.

Entre las enfermedades hereditarias figuran las llamadas monogénicas, provocadas por la mutación o alternación en la secuencia de ADN de un solo gen. Es el caso, por ejemplo, de la fibrosis quística. En otros casos, no obstante, existen otras enfermedades hereditarias más complejas que no dependen exclusivamente de un único gen, sino de varios o de otros factores ambientales. Son las llamadas enfermedades multifactoriales o poligénicas, provocadas por la combinación de múltiples factores ambientales y mutaciones en varios genes. Es el caso, por ejemplo, de la diabetes de tipo 2, la hipertensión arterial, las migrañas, la obesidad o el asma.

En estos casos, existen varios factores ambientales que pueden condicionar la herencia de estas patologías, como la edad, el sexo, malos hábitos asociados al tabaco, el alcohol, el sedentarismo...

Tal y como explica el doctor en Genética y Biología Celular y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid Miguel Pita en su libro 'El ADN Dictador' (Ariel), nuestros genes nos condicionan, presentan unas potencialidades que se verán maximizadas o minimizadas en función del aprendizaje, del entorno, de las circunstancias vitales y de las decisiones que tome cada cual a lo largo de su vida.

"El ambiente, la alimentación, la cultura, el deporte, el estrés, el tabaco, la vida interior, la espiritualidad. Todo influye y moldea la expresión de nuestra carga genética. Estamos conformados por genes heredados de nuestros ancestros, pero es el ambiente en el que vivimos, nuestra forma de vida, lo que posibilita que algunos genes se expresen y otros no. Por ello, hay determinismo pero también margen de actuación", sostiene.

En este sentido, son varias las recomendaciones y consejos que deben tenerse en cuenta para reducir el riesgo de heredar determinadas enfermedades. En el caso de la diabetes mellitus o diabetes tipo 2, por ejemplo, para evitar su desarrollo es fundamental mantener unos buenos hábitos de vida, como una alimentación equilibrada y evitar el sedentarismo. Unos consejos que también son extensibles a quienes por antecedentes familiares corren el riesgo de sufrir obesidad.

El colesterol es otra enfermedad que se hereda y que depende además de por la predisposición genética por otros factores ambientales que podemos controlar. Por ejemplo, reduciendo la ingesta de grasas y siguiendo una alimentación sana y rica en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales...).

De la misma forma, si en nuestra familia hay antecedentes de hipertensión, debemos extremar las precauciones. Cuidar lo que comemos -reduciendo por ejemplo la ingesta de sal-, practicar deporte y evitar el alcohol y el tabaco es fundamental para alejar el riesgo de heredar la hipertensión.

En el caso del asma, si nuestro padre o madre sufren esta enfermedad, las posibilidades de heredarla son del 50%. No obstante, además de estar implicados varios genes, el desarrollo de esta patología también está condicionado por factores ambientales que debemos tener en cuenta para no favorecer su aparición, como evitar la contaminación y el tabaco y mantener unos buenos hábitos de sueño.

También es posible reducir el riesgo de sufrir migrañas evitando factores ambientales que las provocan, como el estrés, y siguiendo una alimentación saludable y unos correctos hábitos de sueño.

Un porcentaje elevado de cánceres de mama, ovario y colon son hereditarios, por lo que es recomendable mantener unos hábitos de vida sanos para intentar reducir el riesgo de sufrir un tumor.