Ricardo Galli, profesor de Sistemas Operativos de la Universitat de Balears, es un comprometido profesional de la era de internet, un avance técnico y cultural potencialmente revolucionario y ya al alcance de más de mil millones de habitantes de un planeta cada día más pequeño gracias a la red.

–Internet tiene su día internacional (que se celebra hoy). Por su importancia en la historia de la humanidad cuál sería su equivalente, ¿el Día de la Rueda, el Día de la Imprenta...?

–Si estudiamos la humanidad a muy largo plazo, un punto crítico fue la aparición del lenguaje; otro, la aparición de la escritura; otro, la aparición de la imprenta, y luego internet, que es equiparable a estos pasos.

–Cada uno de esos avances significó una multiplicación del conocimiento.

–Los biólogos dicen que la aparición del lenguaje es crucial para los humanos, porque nos permitió comunicar nuestras intenciones, y somos la única especie intencional. Esto hizo más compleja a la sociedad, que necesitó nuevas tecnologías que nos permitieron aumentar la capacidad de compartir información. La imprenta permitió replicar la información de manera ágil y persistente. Cada vez necesitamos mecanismos de comunicación más sofisticados. Internet será más importante que la aparición de la imprenta.

–Y la lucha de empresas e instituciones contra el intercambio de archivos en internet (P2P), ¿es la batalla de la reacción contra la ciencia y el conocimiento?

–Entra en esa lógica. Obviamente, toda nueva tecnología afecta a modelos de negocio anteriores. Hemos llegado a un punto en el que el poder económico basado en un modelo anterior, que son grandes corporaciones que manejan grandes medios de comunicación, ve amenazado su poder por esta tecnología, y la demoniza, sin siquiera analizar que este es un proceso natural y que cada vez, como especie, necesitamos mecanismos más sofisticados de compartir la información. El modelo de compartir la información sobre un medio físico permite cobrar por cada copia. Podrían asumir que el cobro por copia ya no es posible y adaptarse. Además, tenemos un poder político profesionalizado cuyo objetivo es mantenerse, y para eso se alían con los medios. En tercer lugar se confirma una constante histórica: los artistas, en general, siempre necesitaron estar arrimados al poder.

–Dice que hay una alianza de políticos, grandes corporaciones y artistas para reprimir el intercambio de información con medidas como la aprobada esta semana en Francia, donde cortarán internet a quien comparta música o películas.

–Sí. Sobre ésto último, muchos abogados dicen que es inconstitucional, tanto en Francia como en España y en la mayoría de países europeos. El artículo 18 de la Constitución garantiza el secreto de las comunicaciones, y para hacer este control tienen que saber lo que haces por internet, lo que al margen de ilegal es muy peligroso. Nos dicen que es la única forma de proteger nuestra cultura, pero esta gran industria del entretenimiento masivo basado en la copia no tiene ni cien años, es un tic en la historia de la humanidad. ¿Nadie hacía música antes, no había arte? Si lo planteas de forma más científica, internet y el P2P no sólo son una evolución lógica, sino imprescindible.

–¿Hace falta algún tipo de protección de la autoría y la propiedad intelectual?

–No me opongo al copyright, pero cuando se habla de propiedad intelectual es una contradicción en sí misma: el intelecto nunca ha sido propiedad de nadie, aunque me parece normal pedir que se reconozca la autoría de las ideas. En el concepto general de propiedad intelectual mezclan cosas diferentes, como los derechos de autor y las patentes, para poder criminalizar a los ´ladrones´. Es una distorsión del discurso que ni Goebbels... Al menos en España tenemos el derecho a copia privada, lo cual es una obviedad, ¿o es que me van a prohibir hacer lo que quiera en mi casa con algo que he comprado? Sin embargo el discurso masivo es que estás robando. Esto hay que cambiarlo. El copyright está ya casi en tiempo infinito y está impidiendo el desarrollo de la cultura. Como sociedad, no deberíamos tolerarlo. Yo para ganarme el salario tengo que dar mis horas de clase, vivo de hacer mi trabajo día a día, como casi cualquier persona en el mundo. Pero hay quienes trabajan uno o dos meses y viven de las copias de aquello. Es como si yo pretendiese cobrar un canon a todos los alumnos que utilicen mis conocimientos durante su carrera. Es la misma lógica.

–En los periódicos también vivimos de vender copias.

–Los periodistas sois un poco chulos en el sentido de que decís: "Somos el cuarto poder". Y aunque tenéis este ego subido, tenéis un valor importante en cuanto a la divulgación de información, unas veces a favor del poder y otras no. Aun así, no estáis pidiendo que la sociedad os pague un canon porque vuestro modelo de negocio está jodido, estáis en una crisis pensando qué puñetas podéis hacer, como todo el mundo. ¿Y por qué a unos cineastas que reciben del Estado subvenciones de 88 millones de euros y sacan en taquilla 80 millones les tenemos que permitir que nos traten de ladrones?

–Hay quien plantea restringir la circulación de noticias a través de internet para garantizar el futuro de la prensa.

–El fin de un modelo basado en vender copias, con mucho peso de la publicidad institucional, está claro. Del periódico local pequeñito se pasó a una competencia feroz que obliga a bajar el precio del periódico o a regalarlo, un modelo en el que el dinero sólo se recupera por la publicidad. Esto se acabó. Pero mi visión sobre el periodismo también es optimista: necesitamos un periodismo de calidad, serio. Necesitamos a alguien que vaya al parlamento y que informe de lo que está pasando, y critique. Necesitamos a periodistas que vayan a las guerras y nos cuenten lo que está pasando. Nos estamos dando cuenta en internet de que aquel blogger amateur que escribe muy bien no te puede dar este tipo de información, necesitamos al periodista que vaya y nos cuente.

–¿Y eso cómo se paga?

–Hay pocas opciones: o seguimos con el modelo de publicidad o buscamos una fórmula de micropago. Pero con el micropago implica dar 50 céntimos por algo que con dos clics no cuesta nada. Y en cuanto a la publicidad on-line, ahora mismo está muy difícil, en parte por los propios medios, que han transmitido que internet no vale nada, y ahora que tienen que recurrir a esa publicidad encuentran que está depreciada. ¿Qué va a pasar? Que habrá una crisis y las cosas empezarán a ponerse en su propio valor. Si logramos que se aprecie la cantidad de veces que se ve la publicidad en internet, en comparación con el soporte de papel, y desarrollar las muchas opciones de llamar la atención que da la web, quizá se consolide un nuevo modelo.

–El debate del llamado pirateo se ha centrado mucho en el cine, ¿pero qué pasa con la música y sus autores?

–En realidad ya les estamos pagando canon, pero la mayor parte del dinero irá a Bisbal, Alejandro Sanz o al autor de los pasodobles que se tocan en los toros. Busquemos otro método para remunerar la música. La mayoría de los grupos que se copian en internet no son españoles, pero la SGAE recauda al año casi 400 millones de euros y en 2007 giró hacia el extranjero 24 millones de euros. En realidad los piratas son ellos.

–Menéame (una web en la que los usuarios cuelgan enlaces de noticias, las votan y las comentan) es su creación más popular. ¿Cómo surgió?.

–En 2004, inspirado por un sitio de culto que se llama Slashdot, en EEUU surge Digg y, cuando ya era todo un éxito, no teníamos una versión en español similar porque no era software libre. Entonces dije: "Lo voy a hacer y lo voy a liberar". Finalmente pusimos Menéame y en dos meses todo el mundo hablaba de ello.

–¿Cuántas visitas tiene?

–Cinco millones y pico de visitantes mensuales. Está al nivel de los periódicos españoles más importantes de internet. Es una pequeña empresa que monté con mi amigo Benjamí Villoslada. Lo ve más gente que el cine español, y no vamos reclamando que nos paguen un canon.

–¿Han tenido ofertas por ella?

–Nos ofrecieron 8 millones de euros, pero pensamos que el proyecto todavía está en su adolescencia, que si pasaba a una gran empresa perdería inmediatamente credibilidad y que no sabría tratarla como nosotros, que no vivimos de ello.

Decidimos mantenerlo, total no vivimos de ello y tenemos un socio capitalista que nos ayuda económicamente. Si realmente vale 8 millones de euros y va bien, finalmente valdrá más. Somos tres socios, dos que trabajamos en ello, y tres empleados. Somos pequeños, y por eso hemos sobrevivido. Afortunadamente no nos creímos aquellos de la segunda burbuja...