Aplicada a la fotografía, la tecnología digital -con detectores de rostros y sonrisas, estabilizadores de imágenes y otras funciones automáticas- no cesa de ofrecer novedades que pulverizan los límites de la fotografía tradicional y hacen replantearse cuál es el papel del fotógrafo. Dos propuestas confirman, para bien y para mal, esta tendencia.

Lytro, una cámara con un diseño radicalmente distinto al habitual, tiene la peculiaridad de que capta la información -luz, enfoque y profundidad de campo- de todos los planos posibles de la imagen. De esta manera, no hay desenfoque y el fotógrafo puede decidir, tras tomar la foto, qué parte de la imagen enfoca y qué parte desenfoca. Es decir, fotografía artística al alcance de cualquiera.

Ball Camera también invita a jugar y muestra una estética curiosa. Tiene forma de pelota y en realidad esconde 36 cámaras de dos megapíxeles cada una (similares a los de los teléfonos móviles) que funcionan guiadas por acelerómetros. Por ejemplo, se lanza la cámara al aire y cuando llega al punto máximo de altura toma instantáneas cenitales y panorámicas del paisaje hasta ahora imposibles. Su creador es un joven berlinés que presenta estos días la cámara en el Siggraph Asia 2011.