No había otra opción. No podía ser de otra manera. Los tímidos acercamientos de Microsoft al mundo de los smartphones debía tener un paso definitivo para poderse implantar de forma segura en un sector muy difícil. Y ese paso era poder fabricar su propios dispositivos.

La tableta Microsoft Surface está suponiendo una ruina comercial para la compañía de Redmond, pese a ser de lo mejorcito que hay hoy en día en el mercado. Y en Microsoft han aprendido la lección. ¿Por qué gastar millones en I+D cuando lo tenemos todo hecho y solo hay que alargar la mano? Bueno, alargar la mano y dejar sobre la mesa 5.440 millones de euros. Poco para Microsoft si uno mira sus cuentas.

El que en otros tiempos fuera gigante informático, venido a menos debido a que la era "post pc" les cogió con el pie cambiado, ha tomado buena nota de la operación de Google con Motorola. El rey de los buscadores también alargó la mano en 2011 para dejar sobre la mesa 12.500 millones de dólares y se hizo así con toda la división de móviles de Motorola.

La historia se repite. Al igual que Motorola estaba al borde del abismo cuando llegó Google para hacerse con todas sus patentes, Nokia estaba sufriendo lo indecible para intentar meter su nariz en un sector, el de los smartphones, dominado de principio a fin por Apple y Samsung. La constante sangría de la compañía finlandesa tanto en ventas como en resultados no auguraba un futuro muy halagüeño que digamos. Y si a Google les está saliendo bien, ¿por qué no le va a salir bien a Microsoft?

El primer dispositivo que se ha presentado con la marca Motorola pero bajo el paraguas de Google, el Moto X, no solo es un producto original, sino que tiene innovaciones que falta le hacían a un mercado que empieza a ser aburrido. El Moto X es un teléfono excepcional, lleno de características sorprendentes -tiene más de 500 opciones de personalización- y es capaz de aguantar -dicen- hasta 24 horas sin cargarlo. Toda una proeza.

A la espera de que Apple presente su nuevo iPhone -si se cumplen las expectativas será en pocos días- Microsoft ha dado un golpe sobre la mesa para decirle a todo el sector que quieren dar guerra. Y puede que lo empiecen a hacer. El anuncio de Steve Ballmer -presidente ejecutivo de Microsoft- de dejar la compañía junto a la operación, hecha pública esta madrugada, de comprar todas las licencias y patentes de Nokia, puede ser una oportunidad única para que la compañía norteamericana empiece a estar presente en el mapa de la telefonía móvil mundial. Y es que a nadie se le escapa que la huida hacia adelante de Ballmer -y su brillante gestión pese a lo que digan- deja la puerta abierta de par en par a Stephen Elop, CEO de Nokia.

Stephen Elop, antiguo directivo de Microsoft vuelve así a la compañía en la que nació como tiburón tecnológico, ha dirigido Nokia con menos fortuna de la que se esperaba. Una vez cerrada la transacción, quien sabe si ocupará el despacho de Ballmer, cuya fecha de caducidad es ya conocida por todos: verano de 2014.

Con Elop al mando, sería el momento de empezar de cero, de buscar la innovación y de ofrecer a los usuarios de todo el mundo dispositivos que supongan una auténtica revolución. Microsoft tiene el poder, la capacidad y ahora además tiene la fuerza humana necesaria para hacerlo. No en vano, la adquisición incluye a 32.000 empleados, algunos de ellos, de lo mejorcito en lo que a departamentos de I+D se refiere.

El futuro de la telefonía móvil está que arde. Y es que no podía ser de otra manera.