Costará cerca de 300 euros y, sin lugar a dudas, es un dispositivo mucho más prescindible que un 'smartphone'. Sin embargo, resulta indudable el actractivo del Galaxy Gear, el primer reloj inteligente de Samsung. Habrá que ver qué tal le sale el experimento a la surcoreana, que ha sido de las primeras en entrar en este terreno, fiel a su afán de experimentar.

Estos días lo hemos podido ver con detenimiento en Madrid. El reloj resulta muy ligero con tan solo 75 gramos de peso y además es estéticamente atractivo. También es menos grueso de lo que parecía en su presentación en Berlín, donde siempre llevaba pegada una alarma por si los robos.

Tiene funciones curiosas, como micrófono y manos libres en la correa, lo que permite utilizarlo para hacer y recibir llamadas, sin sacar el teléfono del bolsillo.

También es posible controlar desde su pantalla la reproducción de música o la galería de imágenes, además de hacer una fotografía en cuestión de segundo con la cámara de 1,9 megapíxeles de su muñequera (de tamaño ajustable, por cierto).

La batería tendrá una autonomía de 24 horas, por lo que parece que tendremos que estar cargándolo casi todos los días. Sin duda, esto es una pega, aunque quizá llegados a un punto nos acostumbremos a quitárnoslo cada noche y ponerlo a cargar (en su base correspondiente, ya que no tiene puerto microUSB). Por mirar el lado positivo de su batería integrada, no tendremos que llevarlo cada X meses a una relojería para que le cambien la pila.

De momento, una de las principales carencias del terminal es que no hay demasiada oferta de aplicaciones disponibles. Sin embargo, desde Samsung nos han asegurado que se están dando pasos en ese sentido. Además, no nos extrañaría que muchos desarrolladores estén pensando muy en serio en aprovechar las ventajas de este accesorio y pronto veamos una gran variedad de cámaras o aplicaciones de ejercicio, entre otras.