Los smartphones se han convertido ya en nuestros apéndices en múltiples facetas de la vida. Los modernos móviles son ya unos compañeros inseparables y ponen a nuestro alcance múltiples ventajas para facilitar un sinfín de tareas.

Sin embargo, estos dispositivos también pueden convertirse en nuestra condena. En los últimos años, la moda de los dispositivos permanentemente conectados a internet ha originado la aparición de nuevas patologías, como la adicción que sufren algunas personas a estos dispositivos.

Pero son diversas las formas en las que un smartphone puede convertirse de un aliado a nuestro peor enemigo:

Daños en la memoria

Los expertos ya alertaron hace años de que el recurso permanente a internet puede hacer que la memoria no se ejercite lo suficiente, lo que puede causar que la capacidad de recordar se resienta. ¿Para qué esforzarnos en pensar o tratar de recordar un dato si lo tenemos a mano en Google? Ahora, con un aparato conectado permanentemente a la Red en nuestro bolsillo o nuestro bolso, este comportamiento adquiere una dimensión nueva.

Igualmente, los smartphones nos liberan de otras tareas que nos exigirían cierto esfuerzo intelectual. Tener una calculadora siempre a mano no ayuda en este sentido. Algunos expertos creen que este tipo de facilidades, además de otras rutinas que se adquieren con el uso intensivo de los móviles, pueden llegar a afectar a ciertos mecanismos intelectuales, entre ellos el de la comprensión lectora.

Dependencia y ansiedad

El uso del móvil puede generar dependencia y ansiedad. Los médicos ya han alertado de la aparición de este tipo de patologías relacionadas con los nuevos dispositivos. De hecho, los especialistas han puesto un nombre a esa adicción: nomofobia.

La nomofobia se define como el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. El término es una abreviatura de la expresión inglesa "no-mobile-phone phobia". Las personas que la sufren pueden sentir ansiedad si no tienen a mano su smartphone.

La nomofobia, además, crea inestabilidad, agresividad y dificultades de concentración (síntomas típicos de los trastornos de ansiedad). Suele estar acompañada de síntomas como malestar general, hipervigilancia, inquietud o temor a estar desconectado y aislado.

Otros síntomas que podemos sentir son que el teléfono o que las conversaciones mantenidas nos generan tranquilidad y que comprobamos de forma constante la recepción de mensajes, mails y visitamos compulsivamente las aplicaciones de redes sociales.

Afectan al sueño

Quienes no apaguen el teléfono por la noche tienen otro riesgo. Si tiene activado el sonido de sus móviles para recibir mensajes, sus contactos más trasnochadores o madrugadores le puede dar más de un susto y, de paso, interrumpir su sueño, un momento esencia para nuestro descanso que, como los expertos han puesto de relieve en más de una ocasión, es clave para una vida saludable.

La vista se resiente

La luz que emite la pantalla de tu smartphone puede dañar la vista. Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid demostró que no es inocua. Una exposición permanente a este tipo de pantallas, que no están pensadas, por ejemplo, para lecturas prolongadas, es perjudicial si no se usan filtros adecuados.

Dolores en pulgares, espalda y cuello

Además, con el uso intensivo del móvil podemos acabar lamentado problemas de cervicales, de espalda o, incluso, en los pulgares. Ya se han dado casos de lo que se ha denominado 'whatsappitis', en referencia a síntomas como dolor, hinchazón y entumecimiento en los dedos de grandes usuarios de smartphones, sobre todo de sus aplicaciones de mensajería.

Además, las posturas mantenidas durante el uso de los móviles provocan daño en los músculos de la columna cervical y dolor en el cuello. Con el uso abusivo del móvil, la postura prolongada de flexión puede generar también tensión en los músculos con aumento de tono y hasta contractura que se transmite desde la región del cuello a la región dorsal. Si se prolonga la postura podría extenderse la tensión a la región lumbar.