Los códigos de barras llevan más de cuatro décadas usándose con fines comerciales. Permiten acceder a determinada información con un lector adecuado, de forma sencilla y rápida y, por ello, están presentes en entradas de conciertos, museos o exposiciones, billetes de avión, cupones promocionales o boletos de sorteos.

Sin embargo, la moda de compartir absolutamente todo en las redes sociales pone en peligro la información que alojan. La razón es que este tipo de códigos pueden ser robados de las imágenes en las que aparecen si se ven con la suficiente nitidez, de forma que pueden llegar a ser utilizados por terceras personas, aún sin tener el soporte impreso original.

Esto ya le sucedió a una joven australiana que no pudo cobrar el billete premiado. Entusiasmada por haber apostado al caballo ganador en una carrera hípica, se hizo un selfi en el que posaba sonriente con el billete premiado. Y lo subió a Facebook, donde algún contacto -puede que incluso un amigo o familiar-, pudo coger la foto y extraer el código de barras.

Pero su caso no es único. También le ha sucedido a personas que han comprado entradas para un espectáculo, o a quienes quieren irse de vacaciones. No es extraño que se compartan en las redes sociales fotos de billetes de tren o avión.

El problema radica en que "los datos que contiene el código de barras se pueden extraer a través de herramientas de acceso totalmente libre y gratuito", según ha explicado el periodista y experto en seguridad, Brian Krebs, y para ello, solo hace falta una imagen, no el papel físico original.

El viajero comparte la fotografía "sin ser consciente de la cantidad de datos personales que podrían caer en malas manos por su culpa", ha explicado Panda Security, donde, también señala, la importancia de saber deshacerse de este tipo de documentos para que de igual forma no caigan en malas manos.