El Consorcio Unicode, el organismo que se encarga de validar los nuevos emojis oficiales, añadirá más de doscientos nuevos a partir del 30 de junio. Entre los emoticonos que se estrenan hay una cara que levanta una ceja, una madre que amamanta, una mujer con velo, vampiros, sirenas o una persona que hace yoga. La incorporación de todas estas opciones indica el momento dorado que viven los emojis, unas herramientas —subrayan los expertos— que cada vez se emplean más en las conversaciones mediadas por la tecnología.

Para Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, experto en social media, los emojis son «un valor añadido capaz de enriquecer la conversación con matices que complementaban el lenguaje verbal». Lalueza señala que este fenómeno «nació en el seno de la cultura japonesa» y que, con el tiempo, se ha globalizado. Hoy, se emplean en todo el planeta y por todas las generaciones. Para Ona Domènech, directora del grado de Lengua y Literatura Catalanas de la UOC, son «un lenguaje universal, que se expande con más rapidez que ningún otro y que hoy se considera el más escrito del mundo».

En cuanto al catálogo de nuevos emojis, Domènech señala que «la tendencia es ir incorporando todos los que tienen que ver con el respeto por la diversidad y el tratamiento igualitario de las personas, sin ningún tipo de discriminación por razón de sexo, raza, religión, etc.». En este sentido, Lalueza añade que la intención del Consorcio Unicode con estas incorporaciones es «reducir el número de personas que pueden no sentirse representadas adecuadamente por los emojis». De hecho, las novedades parten de peticiones elevadas a este organismo, demandas de los usuarios que deben justificar y razonar. «En general, se pide que sean iconos con un uso potencial elevado, con una imagen claramente diferenciada de los ya existentes o que permitan completar un conjunto de emoticonos ya en uso», subraya Domènech.

Uso creciente

El interés por incorporar nuevos emojis muestra el éxito que viven estas herramientas. Cada vez son más empleadas por los usuarios en sus whatsapps, el chat de Facebook o Twitter. Los expertos atribuyen su auge a varias razones. Lalueza señala, en primer lugar, que «cada vez son más los dispositivos, las plataformas y las aplicaciones que los soportan: desde Gmail hasta iPhone pasando por WhatsApp, Facebook, Messenger y Twitter, entre otros muchos». El segundo motivo, para Lalueza, es el hecho de que la comunicación es cada vez más visual y menos verbal.

Además, los expertos también aducen la capacidad emocional de los emojis como una razón más de su uso habitual. Lalueza apunta: «Incorporan un factor de ambigüedad que, en un contexto comunicativo donde el componente emocional a menudo prima sobre el componente racional, nos permite sentirnos más cómodos que cuando empleamos las palabras, puesto que nos comprometen menos». En esta línea, Domènech agrega: «La conversación escrita no puede complementarse con la gestualidad, la entonación, la posición corporal, la mirada. Son factores fundamentales en la comunicación cara a cara. Y en este sentido los emoticonos ejercen un papel muy importante porque nos ayudan a complementar nuestros escritos». Lalueza también señala otros factores: pueden intercalarse bien dentro de un texto escrito «para matizar, complementar, reforzar, cuestionar o incluso contradecirlo» y, además, existe un efecto contagio: el hecho de que nuestros interlocutores los usen nos anima a emplearlos también.

La lengua se adapta

Domènech cuestiona algunos mitos asociados a los emoticonos y al modo en el que nos comunicamos con el móvil. La experta señala que hay una corriente de opinión entre padres, docentes y otros profesionales que «considera que la red ejerce un efecto negativo respecto a la lengua», pero esto no es necesariamente así. «Los distintos estudios que se han hecho en este sentido (en Francia, en Estados Unidos y también en el Estado español) muestran que no hay una relación entre el uso de los medios digitales (mensajería instantánea) y el bajo nivel de ortografía y gramática en otras situaciones formales de escritura más tradicional», asegura Domènech. La directora del grado de Lengua y Literatura Catalanas de la UOC añade: «La lengua se adapta a cada situación, y a esto lo llamamos adecuación lingüística. Cuando escribimos en las redes sociales utilizamos un registro lingüístico diferente, que tiene sus particularidades (informalidad, brevedad, etc.), y que no podemos valorar con los mismos criterios con los que valoramos otros registros, como los escritos formales».

Además de los emoticonos, también crece el consumo de vídeo o la comunicación de voz en los chats de WhatsApp y otras herramientas. Cada vez se escribe menos y se buscan lenguajes más audiovisuales. Lalueza explica por qué: «Tenemos poco tiempo y estamos sobresaturados de información. En consecuencia, acabamos haciendo prevalecer lo que es capaz de llamar nuestra atención de forma instantánea y sin requerir mucho esfuerzo». Para este experto en redes sociales, todo ello tiene consecuencias: «La emotividad prima a menudo sobre la racionalidad, la superficialidad prima sobre la profundización y la ambigüedad prima sobre la precisión».