La ya habitual presentación otoñal de Apple en la que anuncia sus nuevos iPhone corría este año el peligro de quedarse en una más pese a ser la del décimo aniversario. Los inevitables -y casi siempre acertados- rumores no dejaban lugar para la sorpresa, y todo apuntaba a que ni siquiera el hecho de inaugurar el emblemático teatro Steve Jobs iba a salvar los muebles. Pero una vez más, el genio de la compañía que lleva décadas estando al frente de la industria salió a relucir para deslumbrar por enésima vez a lo más granado de la prensa internacional desplazada a Cupertino. Apple lo volvió a hacer.

En la distancia, y desde la ignorancia que provoca el no haber tenido los nuevos iPhone 8 y X en la mano, los nuevos teléfonos inteligentes de Apple podrían parecen uno más. Pero hoy en día, un teléfono es mucho más que una hoja de características técnicas.

Los fríos datos de megahercios, núcleos y gigabytes no te muestran lo que se siente al mirar la pantalla de un teléfono. Y en el caso concreto del iPhone X esa sensación es de escalofrío.

Tras haber probado todos los teléfonos de gama alta que existen en la actualidad no es aventurado afirmar que el iPhone X tiene posiblemente la pantalla con mejor calidad de imagen que existe. Su construcción con tecnología OLED mejorada, que Apple ha bautizado como Pantalla Super Retina, es tan magnífica para la vista como inquietante para la competencia.

El futuro empieza hoy

Tras ver lo más evidente -esa pantalla que enamora y que llega casi hasta los bordes del terminal- te das cuenta de que el iPhone X supone el punto de partida de la telefonía del mañana. Y posiblemente de tecnologías que algún día veremos en casa, en vehículos e incluso en empresas.

Tal es el caso de su nueva tecnología de reconocimiento Face ID, que permite desbloquear el teléfono con la cara, y que es capaz de reconocer la cara del usuario incluso si este cambia su aspecto exterior con gafas, barba, cortes de pelo e incluso gorros o sombreros.

Aunque en la parte de hardware, más allá de la exhuberante nueva cámara doble capaz de hacer unas fotografías sorprendentes -y que pronto analizaremos-, hay que fijarse -y mucho- en el nuevo procesador A11 Bionic. Hasta hace muy poco, la mayoría de tests de rendimiento daban al procesador del anterior iPhone como el más potente del mercado. El nuevo A11 Bionic que montan los iPhone 8 y X incorpora ahora seis núcleos en lugar de los cuatro anteriores, mejorando en hasta un 70 % el rendimiento del A10. Este nuevo procesador dota a estos teléfonos de una capacidad de aprendizaje de la máquina como nunca se había visto al ser capaz de realizar hasta 600.000 millones de operaciones por segundo. El teléfono aprende así del usuario. ¿Inteligencia artificial ha dicho usted? Pues cuidado, que podría empezar a tenerla en la palma de su mano.