El sector de los televisores está viviendo una segunda revolución que va a dejar a lo que fue la alta definición en un experimento escolar. La razón no es otra que la tormenta perfecta de tecnologías de imagen: pantallas OLED, resolución 4K e imágenes HDR.

Lo primero es aclarar que la resolución 4K multiplica por cuatro el actual estándar Full HD. Es como si tuviéramos cuatro pantallas -o mejor dicho, sus píxeles- juntos en un solo televisor. Con esta resolución de pantalla las imágenes -siempre que estén grabadas con la misma resolución- se ven mucho mejor. Pero además ha surgido una tecnología de pantalla que está dejando atrás a todas las demás: la tecnología OLED.

Las siglas OLED son el acrónimo en inglés de «Diodo Emisor de Luz Orgánico». Al contrario que en un televisor LED convencional, los materiales orgánicos del OLED no requieren de una fuente de luz trasera, por lo que la imagen es mucho más fiel a la realidad y de mayor calidad. Además, esta nueva tecnología permite hacer televisores extremadamente delgados ya que la luz LED trasera es eliminada. Algunas marcas como LG ya tienen en el mercado pantallas que se pueden doblar. Y no hablamos de televisores curvos, sino de televisores que se doblan ligeramente sin sufrir daños. Marcas como Panasonic, o Sony también están apostando con fuerza por este tipo de panel, mientras que Samsung prefiere su propio LED mejorado, al que han llamado QLED.

Los nuevos sistemas de imagen denominados HDR ofrecen además unos sorprendentes contrastes de color y ratios de brillo que, junto con todo lo anterior, consiguen casi por completo, que la imagen del televisor sea como la de la vida real. Plataformas de contenidos como Netflix y marcas como Apple o nVidia están apostando por el 4K HDR. Y merece la pena.