La verdad es que la carga inalámbrica no es una tecnología excesivamente nueva. De hecho si pensamos un poco, nos daremos cuenta de que Braun comercializa sus cepillos eléctricos Oral B, que se cargan por inducción -o sea, sin cables- desde los años 90. Pero sí es cierto que, salvo en el caso de Samsung, la mayoría de grandes fabricantes no la habían implantado hasta hace muy poco.

La primera marca de móviles -con permiso de Palm- en lanzar un smartphone con carga inalámbrica fue Nokia. De hecho fueron dos -Lumia 920 y 820-. Corría el año 2012, y unos meses después, en marzo de 2013, Samsung anunció su primer teléfono inteligente con carga por inducción -el Galaxy S4-, el que iba a ser el primer de muchos que llegarían en los años venideros.

Pese a que existen varios estándares de carga inalámbrica por inducción, la tecnología Qi es la que actualmente está convirtiéndose en el más importante.

Pero lo que de verdad hay que preguntarse es: ¿merece la pena un móvil solo por el hecho de que incorpore la carga inalámbrica? Y la respuesta es muy clara: si cargas tu vida con la inducción todo será mejor, serás más feliz, más alto y más rubio... Bueno, posiblemente la carga inalámbrica no consiga hacernos más guapos, pero sí que nos va a facilitar la vida enormemente.

Pensemos en uno de los principales problemas de la carga del móvil: el cable de conexión que antes o después acaba roto. Ese problema desaparece de un plumazo ahora, ya que lo único que hay que hacer es dejar el teléfono sobre una superficie y el mero contacto de ambos elementos inicia la carga del dispositivo.

Y sí, es lo mejor que ha ocurrido en la telefonía móvil en mucho tiempo. Llevo utilizando carga inalámbrica desde 2013 con los diferentes Galaxy de Samsung que han salido desde entonces, y el hecho de que otros fabricantes estén haciendo lo propio con sus dispositivos es, a todas luces, un gran avance.

Los últimos en llegar han sido los nuevos iPhone de Apple -los 8, 8 Plus y X-, así como el nuevo LG V30.

La comodidad de llegar a casa, dejar el móvil sobre la alfombrilla de carga, y olvidarte de los cables es comodísima. Pero es que además, si en la mesa del trabajo tienes otro, siempre tienes el teléfono cargado ya que es tan sencillo como dejarlo sobre la mesa. Todo son ventajas. O casi todo. La carga inalámbrica tiene un pero. Y es importante. Al producirse el proceso de transferencia eléctrica por inducción, se produce un sobrecalentamiento del teléfono. No es excesivo, pero sí es evidente. Tras probar con diferentes teléfonos y distintos cargadores, el resultado siempre es el mismo: se produce ese inevitable aumento del calor en la batería.

Si bien es cierto que no es peligroso en absoluto, es más que evidente que dicho calentamiento de la batería no es bueno para esa pieza fundamental del teléfono, lo que incide negativamente en la vida útil de la pila.

Además, hay que tener en cuenta que debe haber un cable que alimente la base de carga. Pese a ello, tras varios años de disfrutar de la tecnología inalámbrica, lo único que habría que preguntar es a qué esperan el resto de marcas en incorporar la carga por inducción en sus teléfonos.