La necesidad, más en esta recta final de la temporada, se percibe al instante. El Villarreal, devorado por los nervios de haber sumado un único punto de los últimos nueve, sacó ayer el colmillo y echó mano del oficio para lograr un triunfo vital. Los de Javi Calleja no sólo recuperan sensaciones, sino que abren brecha con respecto al Sevilla y se asientan en la sexta plaza. Europa aparece como puerto cercano, más después de superar a un Leganés que tenía los deberes hechos y que parece esperar, como los estudiantes con el aprobado asegurado, las vacaciones estivales.

El submarino, desde el arranque, confiscó el balón y se dedicó a controlarlo, a sobarlo, a marearlo en busca de quebrar la pared defensiva del Leganés. Mecido por el descaro y la inventiva de Castillejo, Raba y Cheryshev, el Villarreal obligó recular a los madrileños desde los primeros compases. El equipo de Asier Garitano, con la salvación en el bolsillo, buscaba salir a la contra y aprovechar los espacios, pero no tuvo demasiada fortuna al poner en práctica su plan.

El primer protagonista amarillo fue Dani Raba. El cántabro, ya por derecho uno más del primer equipo, animó el cotarro con un par de conducciones que terminaron en disparos dirigidos a la puerta de Cuéllar. Uno se marchó fuera, y el otro lo detuvo el guardameta extremeño.

Eran avisos, una muestra de que el Villarreal se jugaba las habichuelas. Mantuvieron el ritmo Castillejo y Cheryshev. El ruso, en el minuto 31, no pudo embocar el centro del malagueño, tras una pequeña obra de arte en forma de regate en la banda derecha. Tito se encargó de conjurar el peligro.

Todo ellos aderezado por la pelea continua de Bacca. El colombiano, siempre bregador, incordiaba a los centrales, y buscaba el resquicio para encararse con Cuéllar. Faltaba el último pase, el movimiento que rompiera la estabilidad defensiva visitante.

Después de un cabezazo de Beauvue envenado tras un saque de falta de Raúl García, el protagonista más inesperado halló el camino del gol. Castillejo botó un saque de esquina que peinó Mario. En el área pequeña, Víctor Ruiz le ganó le ganó el sitio a su marcador para meter el pie y superar a Cuéllar. Minuto 42, momento clave para plasmar en el marcador la superioridad local.

Con la confianza alimentada por el gol de Víctor Ruiz y sabedor de su superioridad, el Villarreal arrancó la segunda mitad dispuesto a sentenciar. Tampoco se encontró con una oposición demasiado vehemente por parte del Leganés, lo que permitió a los amarillos romper con facilidad las líneas de retaguardia de su rival.

Trigueros y Bacca combinaron para encontrar la entrada de Cheryshev por la banda izquierda. El ruso penetró por el carril para encarar a Cuéllar, pero el guardameta despejó su disparo. Era el minuto 51, y sólo uno después perdonó Bacca con un disparo con buena intención, pero desviado, desde la frontal del área.

El cafetero se resarció tres minutos más tarde. Usó la fuerza para robar el esférico, la velocidad para encontrar espacio para el disparo, y precisión para embocar con un lanzamiento que buscaba la escuadra de Cuéllar. El dos a cero.

Parecía invencible el Villarreal ante un Leganés apagado, que daba la impresión de haber entregado la cuchara. De hecho, en el minuto 60, Rodrigo pudo aumentar la cuenta. Cabeceó a la perfección un saque de esquina de Castillejo, pero la manopla de Cuéllar evitó que el madrileño sentenciara.

Pero el Villarreal se empeñó en sufrir. Bajó el pistón, y permitió a los pepineros dar un paso adelante. Sobrevoló la Cerámica el fantasma del Pizjuán cuando, en su primer disparo a puerta, el Leganés anotaba. Brasanac superaba a Asenjo, al aprovecharse de la laxitud de la defensa. Faltaban ocho minutos, y las dudas podían atenazar a los de Calleja.

Dio la impresión de que el submarino había aprendido la lección. Adormeció el ritmo, y aguantó el arreón final para sumar un triunfo que acerca el pasaporte europeo.