Miles de personas han visitado durante el pasado fin de semana la Feria Requenense del Vino, un certamen enológico perfectamente consolidado en el calendario de actividades vinícolas que este año ha celebrado sus bodas de plata. El certamen reúne en cada edición a aficionados del mundo del vino procedentes no sólo de la provincia de Valencia, sino también de otros puntos de España, especialmente de provincias limítrofes y del centro del país, sobre todo de Madrid.

Las diecinueve bodegas que este año han contado con un stand propio en el recinto ferial presentaron a los miles de visitantes más de un centenar de vinos y cavas diferentes. Como viene sucediendo durante las últimas ediciones del certamen, los rosados y tintos elaborados a partir de la variedad autóctona Bobal fueron, junto a los cavas y espumosos, los caldos que más expectación generaron entre el público. Con todo, también hubo una interesante representación de vinos blancos y tintos de otros varietales producidos en el ámbito de la región vitivinícola de la Denominación de Origen Protegida Utiel-Requena, como la nueva versión del blanco Catamarán madurado en barrica, de Latorre Agrovinícola, o el ya clásico Viña Lidón fermentado en barrica, de Vera de Estenas.

Además de la veintena de bodegas presentes en el certamen, colectivos como el Consejo Regulador de la DOP Utiel-Requena, la Asociación de Panaderos y Artesanos del Bollo de Requena, la empresa Quesos Hoya de la Iglesia, la entidad financiera Cajamar o el Ayuntamiento de Requena también estuvieron presentes en esta edición de Ferevin.

Las actividades paralelas programadas con motivo de la Feria Requenense del Vino han tenido este año una notable repercusión. Las catas comentada de vinos y cavas programadas en el Claustro del Museo de Requena registraron una magnífica entrada, desbordando las previsiones de