Como sucede cada principio de enero, el mundo gira alrededor de los nuevos propósitos para el nuevo año. En cambio, el sector del vino valenciano parece haber hecho previamente los «deberes», y observa el cambio de dígito desde un lugar privilegiado conquistado a base de innovación y respeto al entorno. Aunque el recién estrenado 2016 dará lugar a un buen número de novedades enológicas, muchas bodegas defienden este año etiquetas que, a fecha de hoy, son ya reconocidas por el consumidor.

Es el caso de bodegas Vicente Gandia, que tras la celebración de su 130 Aniversario seguirá apostando por caldos tan expresivos como el blanco Hoya de Cadenas 130 Aniversary, un vino de Sauvignon Blanc y Verdejo que ha recibido magníficas críticas desde su lanzamiento

Algo similar sucede con bodegas Hispano+Suizas, que de la mano de Pablo Ossorio y Rafa Navarro han conquistado a los consumidores más elitistas con sus vinos y cavas. Este 2016 será un buen año para su blanco Impromptu, un vino de guarda producido con uvas de Sauvignon Blanc que fue la primera etiqueta que salió de esta modélica bodega y que en los últimos años está considerado como uno de los mejores de su categoría en toda España. Ossorio ha aplicado sus innovadoras técnicas de vinificación a Vegamar, compañía afincada en Calles que este año dará mucho que hablar con su gama «Selección» de monovarietales, especialmente con su última referencia, un rosado de Merlot elaborado al más puro estilo provenzal.

Los varietales autóctonos seguirán teniendo gran protagonismo en 2016 con vinos como el Pasión de Bobal rosado, de bodegas Sierra Norte, un vino fresco y frutal que sorprende por su s intensos aromas de frambuesa y su tacto sedoso y ligero. La Bobal también es protagonista de tintos de notable expresión como Exuperio, una joya enológica elaborada en la pequeña bodega de Noemí Wines, en Fuenterrobles. Junto a esta etiqueta de culto, otras bodegas de la DOP Utiel-Requena apuestan por una casta que ya se ha posicionado entre las variedades de moda en toda España. Coviñas, con su elegante Adnos „un tinto de autor con una crianza de 24 meses en barricas de roble„. En esta línea, Dominio de la Vega (con su tinto Paraje Tornel), Cherubino Valsangiacomo (con su Clos de SanJuan) o bodegas Murviedro (con el expresivo Cepas Viejas) también arrancan el nuevo año con la satisfacción de haber puesto en el mercado unos vinos que ejemplarizan las cualidades de una uva, la Bobal, que después de décadas de ostracismo se ha convertido en un reclamo de excepción para abrirse un hueco en todos los mercados.

Mención aparte merece el tinto Cerrogallina, fruto de la apuesta personal del farmacéutico Santiago Vernia argumentada sobre una pequeña parcela de cepas casi centenarias, con una mínima producción (en ocasiones de apenas un kilo de uva por cepa) y estricto secano. La bodega, afincada en la pedanía requenense de Campo Arcís, acaba de lanzar al mercado su sexta añada.

Siguiendo con la apuesta por varietales autóctonos, otras bodegas se desmarcan de la tendencia que apunta la Bobal. Es el caso de Mustiguillo, que sigue defendiendo sus principales vinos „hechos con Bobal o Merseguera„ pero que ahora abre una nueva vía con la última creación de Toni Sarrión, La Garnacha, un vino elaborado con uvas de la citada casta cultivadas en Calvestra, una de las zonas de cultivo más altas de la zona.

En Alicante, Bocopa ha encontrado la piedra filosofal de su proyecto con el tinto Laudum Roble, un vino de Monastrell (con un pequeño porcentaje de Syrah) que viste una elegante e innovadora botella que evoca las raíces latinas del varietal y que se convertirá en pocos meses en uno de los grandes superventas de la entidad, responsable también de otro clásico como Marina Alta.

También sigue apostando por uvas autóctonas Pablo Calatayud, alma matter de Celler del Roure, aunque en su caso interviene otro elemento de gran tradición en el pasado, la tinaja de barro, envase en el que maduran algunos de sus vinos más interesantes, como Parotet, un tinto de Monastrell y Mandó que ha encandilado a influyentes prescriptores internacionales.

Otras bodegas han definido su estrategia apostando por uvas foráneas, mucho más reconocidas por el consumidor internacional, aunque siempre con el objetivo de crear referencias que se diferencien del resto por su calidad. Chozas Carrascal es uno de los casos. Su tinto Cabernet F., producido con uvas de la variedad Cabernet Franc, lleva tres campañas siendo el mejor vino de este varietal elaborado en nuestro país.

Por su parte, bodegas Vegalfaro se ha apoyado en la variedad Syrah para crear uno de sus tintos más icónicos, el Pago de los Balagueses, un vino tildado de «excelente» por los críticos más influyentes de España. La selección se cierra con uno de los vinos más sinceros de cuantos se elaboran en la Comunitat Valenciana, el Nodus Tinto de Autor (Bodegas Nodus), un vino de Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y Bobal que se ha convertido en un fijo de las cartas de los principales restaurantes por sus cualidades y su excelente relación calidad-precio.