La Chardonnay es la varietal blanca preferida por muchos enólogos para someter sus vinos a cierta permanencia en barrica, ya sean éstos fermentados en el propio tonel o con varios meses de crianza. Su estructura combina muy bien con los taninos de las maderas y sus aromas y sabores se ven reforzados y complementados. Es importante tener en cuenta que en climas cálidos los vinos de Chardonnay corren el peligro de resultar algo pesados, por lo que resulta fundamental conseguir una maduración equilibrada y acertar en el momento de vendimia. Viña Lidón fue hace veinte años el primer vino fermentado en barrica de la Denominación de Origen Protegida Utiel-Requena, aunque ahora está calificado como Vino de Pago, lo que equivale a ser su propia Denominación de Origen. Las cepas de Chardonnay de Vera de Estenas están plantadas en la parcela Lidón (Lledoner), árbol cuyo fruto es la almeza, situada en la parte más alta de la Finca Casa Don Ángel, a 720 metros de altitud, en un terreno pedregoso, de canto rodado, muy pobre en materia orgánica. «La elaboración de vinos blancos en madera es más complicada que otras vinificaciones ya que se necesita una excelente calidad de uva, un proceso muy delicado para reducir los riesgos de oxidación y unas barricas nuevas donde el curado de la madera es fundamental, la tonelería ha de ser de confianza», nos explica Félix Martínez Roda. La uva estrujada pre fermenta con los hollejos a muy baja temperatura. Se sangra, y el mosto flor se desfanga en los depósitos tradicionales de hormigón que existen en la bodega.

Una vez bien decantado y limpio el mosto se pasa a las barricas de roble francés donde tiene lugar toda la fermentación alcohólica con un sistema de control de temperatura diseñado por él mismo, que ha adaptado a sus necesidades; y realiza allí también la maloláctica, para que su acidez no sea dura y agresiva. Las añadas muy especiales „dos hasta el momento„ hace este blanco con envejecimiento de varios meses en barrica, con un resultado realmente bueno. El Viña Lidón 2015 es de color pajizo, brillante, con reflejos dorados. Aroma de buena intensidad que recuerda la fruta tropical madura (plátano), fruta de hueso, flor seca, arropada por suaves especias y ahumados. Tiene buena entrada de boca, es sabroso, sedoso, con cierto cuerpo, equilibrado, vuelve la sensación frutal, con elegante final amargoso. Le viene muy bien ser abierto con cierta antelación para que se oxigene y se muestre más expresivo en la copa, y no servirlo tan frío como un blanco joven. Un Chardonnay como este puede acompañar todo un menú de principio a fin, tanto mariscos en salsa y pescados, como algunas carnes.