Cuando los padres de Víctor Rodríguez regresaron de la emigración en los años 70 el abuelo materno les convenció para que retomaran la tradición viticultora de la casa. Una vez jubilados, Víctor ha tenido que elegir entre liquidar la explotación familiar o continuar, a la vez que lo compagina con su actividad profesional como veterinario. Está especializado en grandes animales, vacuno, realiza control de calidad de instalaciones relacionadas con producción de carne, leche y residuos de antibióticos, saneamiento ganadero en general. En los últimos años ha recuperado algunos socalcos (bancales) que estaban casi perdidos para, en la actualidad, trabajar 15 pequeñas parcelas que suman menos de 3 hectáreas de viñedo. Están distribuidas a diferentes alturas en las laderas del cañón del río Sil, con las que equilibra el PH y acidez del vino.

Curiosamente, las parcelas situadas a menor altitud, algunas llegan a tocar el margen del río, son las que dan la mejor calidad al tener más roca, sin apenas tierra. Las instalaciones enológicas se encuentran a muy poca distancia, en un lugar llamado Cantón. Está formado por tres construcciones unifamiliares rústicas, rodeadas cada una de ellas de huerta para autoconsumo, establos y dependencias para unos pocos animales, perteneciente a la parroquia de Amandi, Ayuntamiento de Sober, en la provincia de Lugo. La de Amandi es también una de las subzonas de la Ribeira Sacra, diferenciada por sus suelos de esquisto y por tener laderas con mayor insolación donde la uva madura muy bien, pero hay que tener cuidado en que no se pase. Estos valles son más estrechos y profundos que los de las otras zonas de alrededor, con una pendiente «de carallo», por lo que en muchas ocasiones también se utiliza la expresión de «viticultura heroica» para referirse a la que se practica en esta denominación de origen. Cosecha por parcelas conforme se va alcanzando la maduración fenólica, vendimiando entre mediados de septiembre y hasta la primera semana de octubre, y la va elaborando en pequeños depósitos de acero inoxidable con control de temperatura, en los que arranca las fermentaciones de manera espontánea con las levaduras autóctonas. Hace alrededor de 22.000 botellas al año, la mayoría de tinto joven de Mencía, además de 500 botellas de Godello y una barrica de tinto. El Val da Lenda de 2015 es de color rojo cereza de capa media, con ribete amoratado. Aroma de buena intensidad a frutas rojas y bayas silvestres, con notas florales y a plantas aromáticas. En el paladar tiene una entrada suave, con cierta estructura, suaves taninos, fresco, con una acidez que equilibra el buen grado. Un tinto joven de carácter frutal que transmite su complejidad sorbo a sorbo.