La fundación de la antigua Bodegas Luzón se remonta a 1916, cuando la promovió un militar murciano en recuerdo a la mayor y más importante isla de Filipinas, donde estuvo destinado. La historia de esta bodega y de los viticultores que la surtían transcurre de forma paralela a la de las demás de la zona de Jumilla, ubicada entre las sierras del interior norte de la región de Murcia.

Esta comarca vinícola conoció un importante desarrollo del viñedo en las postrimerías del siglo XIX, seguido de un período de exceso de producción cuando se recuperó el mercado francés, lo que provocó la conversión a otros cultivos de secano, aunque después hubo un nuevo repunte de la producción de vinos desde los años 50 hasta nuestros días.

En fechas más recientes Bodegas Luzón es adquirida por el Grupo Fuertes, que la amplía y moderniza en el año 2000. Cuentan con 400 hectáreas de viñedo y en la actual campaña de 2016 acaban de elaborar 7 millones de kilos de uva. Aquí la reina es la Monastrell, la tercera más importante de las varietales negras que se cultivan en España, aclimatada desde antiguo a las condiciones climáticas del este de la Península Ibérica. Embotellan una media de un millón y medio de unidades a partir de su propia producción, y las cosechas de las bodegas asociadas las elaboran como graneles de excelente calidad, gracias al grado y color conseguidos con las 3.000 horas anuales de sol que bañan sus tierras.

Las instalaciones enológicas cuentan con tres bodegas de vinificación independientes para elaborar de manera adecuada los vinos según los segmentos de mercado a los que van destinados. Luis Sánchez, su director técnico, nos comenta que no entiende las varietales internacionales como «mejorantes» sino que las ve complementarias, y utiliza algunas castas internacionales, como la Cabernet Sauvignon tradicional de Burdeos, para compensar el dulzor de la Monastrell.

Con estas dos varietales y 12 meses de crianza en barrica hacen el Luzón Crianza 2011. Tiene aromas a frutas rojas y negras, a sotobosque y plantas aromáticas, con recuerdos a higos y especias dulces. Un vino amable, de cuerpo medio, discreto, con taninos maduros. También de Monastrell (80%) y Cabernet Sauvignon, es el Portú 2010, cuyas uvas fermentan en barricas de 500 litros y tiene una posterior crianza de 18 meses en barricas de robles francés y americano.

Alto de capa su color todavía conserva recuerdos de juventud con tonalidades amoratadas. El aroma es intenso, balsámico, con frutas rojas y negras maduras, especiado (cacao, pimienta), y su boca es amable, potente, con destacada presencia de fruta en sazón, taninos maduros, es goloso, elegante, con ligero amargor, aparecen frutillos rojos y arándanos en un largo final de boca. Buen trabajo para un resultado placentero.