Rodolfo Valiente llevaba ya algunos años con la sensación de que su desarollo como enólogo se estaba «estancando». Después de años trabajando para definir el estilo de sus vinos (actualmente agrupados en cuatro sellos: Caprasia, Pasamonte, Rebel.lia y Pago de los Balagueses -este último certificado como «Vino de Pago»-), en las últimas campañas el quehacer en bodega se había convertido en un proceso casi monótono, siempre centrándose en el objetivo de mantener el estilo de cada etiqueta añada tras añada.

Decidió experimentar sobre la crianza en ánforas de terracota (a diferencia de las tinaja de barro, recipientes más pequeños, de menor espesor y boca más reducida) obteniendo unos buenos resultados, pero el enólogo quería más y decidió «darle sentido» a una pequeña extensión de viñedo de Malbec y Nebbiolo (varietal típico de Italia similar al Pinot Noir) que decidió plantar hace más de dos décadas para observar su evolución. Con esas uvas y unos pocos racimos de Moravia Dulce (conocida en la zona como Crujidera y plantada hacía décadas de manera aleatoria en los viñedos más viejos de la finca, tal y como era costumbre antaño) vinificó en 2015 un tinto que posteriormente descansaría durante algo más de medio año en ánforas.

El primer paso del «experimento» ya estaba dado, pero Rodolfo se trazó también como objetivo plasmar en botella la tipicidad de la Crujidera y la Nebbiolo, por lo que esta última vendimia vinificó ambas por separado para embotellar dos vinos jóvenes -uno 100& Nebbiolo y otro con un coupage de Crujidera y Malbec- que concentrasen las cualidades de unas uvas poco comunes.

Para desarrollar el proyecto, el enólogo decidió prescindir de cualquier elemento que perturbase el carácter natural de la uva, por lo que apostó por una elaboración sin sulfitos, sin clarificar y sin filtrar con uvas procedentes de cultivo ecológico y con el certificado «vegano», cada vez con más adeptos fuera de nuestras fronteras.

El resultado es una línea de tres vinos que Rodolfo ha bautizado como «vinos funkys». En total son poco más de tres mil botellas para las que confiesa que ya tiene «algunos compradores interesados. En València hay cuatro o cinco restaurantes que quieren incorporarlos a su bodega, y en Centroeuropa algunos importadores ya han comenzado a interesarse por su comercialización».

Rodolfo ya tuvo la oportunidad de testar la opinión de los profesionales en la última edición de Experiencia Verema, donde presentó estos vinos entre colegas de profesión que se mostraron «sorprendidos por el carácter frutal y los matices de unos caldos poco comunes», asegura el enólogo.

La nueva gama se abre con el Nebb, un tinto joven de Nebbiolo de color cereza y capa baja. Tiene aromas florales, un punto verdoso y un tanino presente pero suave, que le confiere persistencia en boca. Por su parte, Cruma está hecho con uvas de Crujidera y Malbec presenta un tono picota de capa media, con aromas de fresa ácida de intensidad media (piruleta), una pronunciada acidez y notable frescura en boca. Quizá el más convencional de los tres nuevos vinos sea el Tecot, producido con Nebbiolo, Crujidera y Malbec y con una crianza de siete meses en ánfora de terracota y ocho meses en botella. Tiene aromas de cierta complejidad, con notas de fruta roja y fondo mineral, sensaciones que se confirman en boca por vía retronasal.

Los buenos resultados obtenidos con estos vinos experimentales han empujado a Rodolfo a seguir en esta línea, y en próximas campañas trabajará con más varietales minoritarios y nuevos conceptos de vinificación.