La comarca vinícola del Somontano, al pie de los Pirineos aragoneses, protagonizó durante la década de los 90 un radical proceso de modernización en la producción y comercialización de vinos y consiguió su reconocimiento por parte de los consumidores a nivel nacional en un tiempo récord, con unas referencias que ofrecían una imagen novedosa basada en varietales internacionales. En esta época es cuando se desarrollaron en la zona proyectos empresariales de gran envergadura que realizaron importantes inversiones en la promoción de sus marcas. El grupo González Byass es en la actualidad el propietario de Viñas del Vero, la bodega pionera del Somontano moderno, en la que se gestaron otros dos proyectos que acabaron teniendo identidad propia, como son Blecua y Secastilla, todos con la dirección del enólogo José Ferrer. El valle de Secastilla presenta un clima especial, diferenciado del resto de su comarca por estar ubicado en el extremo noreste del Somontano, una zona donde la altitud llega a los 700 metros, la pluviometría es mayor y en un clima suave por encontrarse protegido entre las cordilleras pirenaica e ibérica. Pero es el fuerte contraste térmico que se produce entre el día y la noche durante el mes de agosto lo que favorece el aroma y mantiene la buena acidez de los vinos. Su nombre deriva del latín «Septcastelum», que hace referencia a los siete castillos (Muñones, Castro, Torreciudad, Ubiergo, Bolturina, Mendaleya y Secastilla) que dominaban el territorio y lo defendían de las invasiones musulmanas. Las peculiaridades de este valle, los viñedos en ladera, en terreno pedregoso de canto rodado, y las variedades autóctonas permiten obtener unos vinos con personalidad propia, diferentes al estilo del resto de los que se elaboran en el Somontano. El Pago Secastilla se nutre de tres viñedos, Guardia, Purruego y Almunias, donde cultivan principalmente Garnacha, junto a las Moristel, Parraleta y Garnacha Blanca, además de trabajar las Syrah y Pinot Noir, entre otras. El Secastilla 2012 es un monovarietal de Garnacha tinta de las cepas más viejas de la propiedad plantadas en los años cuarenta, en una orientación que busca el sol, para que la fruta consiga el equilibrio que se quiere conseguir en esta varietal de ciclo largo. Su color es rojo cereza, abierto de capa, con un ribete que comienza a evolucionar. Aroma de buena intensidad, perfumado, a fruta roja en sazón, roble cremoso, es floral, con evocación a plantas aromáticas, especias dulces y a cacao. Buena estructura en boca, amable, equilibrado, con un sedoso y fluido paso de boca, buena fruta y buena persistencia. Un trabajo serio el realizado con esta Garnacha de cepas viejas en los Pirineos que todavía tiene muchas cosas por decir.