En un sector tan atomizado como el del vino parece clave especializarse en algún tipo de vinificación que permita al productor conquistar su propio nicho de mercado. En ésto es sobre lo que ha trabajado durante los últimos años bodegas Reymos, entidad chestana asociada a la comercializadora Anecoop que, desde el año 2.000, ha hecho de los espumosos de Moscatel su principal reclamo comercial.

Enclavada estratégicamente en la subzona de Moscatel de la DOP Valencia, Reymos es una de las principales productoras de vinos de esta variedad en la Comunitat Valenciana. Desde hace casi dos décadas los responsables de la entidad han tratado de diferenciarse del resto de elaboradores con propuestas que «enganchasen» a nuevos perfiles de consumidores. Así, la compañía afrontó una importante inversión a principio de siglo para disponer de la última tecnología para producir espumosos bajo el método Charmat. Depósitos autoclave y una linea de embotellado isobárica permitían producir vinos espumosos naturales, de excelentes cualidades organolépticas que han ido conquistando mercados hasta estar presentes hoy en más de medio mundo.

Tras el éxito de Reymos (que en la actualidad se compone de cuatro referencias, todas con el denominador común de estar elaborados con uvas de Moscatel), la bodega decidió apostar por nuevos vinos de aguja apoyándose en la nueva legislación de la DOP Valencia, que albergaba la posibilidad de producir vinos de baja graduación alcohólica conocidos como «Petit Valencia». Bajo ese concepto nacieron las gamas Amatista y Viña Tendida, dos colecciones que tienen al Moscatel como actor protagonista y a las burbuja del carbónico y su baja graduación como aliados. Los «moscatos», en sus versiones blanco y rosado, han vuelto a suponer un notable éxito para la compañía, que este mismo año ha decidido ampliar sus instalaciones con una línea de envasado isobárico que les permite casi doblar la producción de este tipo de vinificaciones.

Según Fernando Tarín, enólogo de Bodegas Reymos, «la buena acogida de nuestros espumosos de Moscatel en los principales mercados internacionales nos ha empujado a aumentar la producción, por lo que hemos tenido que reforzar nuestras líneas de trabajo».

Para Tarín, la apuesta por las burbujas, «nos ha permitido crecer en el mercado y, por extensión, mejorar las rentas de nuestros socios-viticultores. En la actualidad, de los cinco millones de botellas que producimos tres corresponden a vinos espumosos y el resto a vinos tranquilos y mistelas». Además, el enólogo reconoce que «fuera de nuestras fronteras, los vinos de baja graduación han supuesto un éxito sin precedentes para la bodega, y actualmente dos tercios de nuestra producción de espumosos se etiqueta como ´Petit Valencia´».