El 11 de marzo de 2011 el mundo entero giró la vista a japón, donde un terremoto de magnitud 9 en la escala Ritcher truncó la tranquilidad de cientos de miles de personas. Aquel terremoto y el posterior tsunami que asoló la costa nipona del Pacífico provocaron una catástrofe de devastadoras consecuencias, incluyendo el riesgo radioactivo por las fracturas en la central de Fukushima.

Seis años después, el mundo parece haber olvidado aquel suceso, pero muchas de las zonas afectadas por el tsunami siguen sin poder volver a la normalidad.

Hace poco menos de un año, Toni Zahonero, uno de los responsables de la bodega con sede en Requena Finca San Blas, tuvo la oportunidad de conocer la realidad de la zona a través de su importador en Japón, cuyas raíces se ubican en la ciudad de Yamada, una de las más afectadas por la catástrofe. Iwama San buscaba ideas que sirviesen para contribuir a que sus paisanos pudiesen volver a su día a día, y le planteó a Zahonero organizar alguna actividad que diese notoriedad a la zona y devolviese la ilusión a sus vecinos.

Así, en sólo unas semanas se diseñó un proyecto mediante el que se pretendía constatar la evolución de los vinos sumergidos bajo el mar a diferentes metros de profundidad aprovechando las bateas de ostras que se diseminan sobre la costa del Pacífico. Algo más de tres meses después de introducir las botellas bajo el mar, los promotores de la idea reunieron a ocho de los más afamados cocineros de Japón para elaborar un menú que maridase con los vinos, y comprobar así cual ha sido la evolución de éstos.

En el proyecto ha participado también el enólogo David Sampedro, quien, al igual que Zahonero, ha cedido algunos de sus vinos para la experiencia. Aunque los resultados no han sido especialmente significativos, la iniciativa ha servido para que durante unos días los medios de comunicación japoneses volviesen a poner su atención en la ciudad de Yamada.

Para Toni Zahonero, este proyecto «ha sido muy especial para nosotros. Japón es uno de nuestros principales mercados, y todo lo que podamos hacer es poco para ayudar a una gente que lo está pasando realmente mal y que necesita del apoyo de todos para recuperar la normalidad». Sobre los resultados de la iniciativa, Zahonero reconoce que «no han sido especialmente reveladores, porque las botellas no han estado demasiado tiempo bajo el agua, pero tras los resultados hemos decidido volver a sumergir un nuevo lote de botellas -en concreto del blanco Conveniencia y del tinto FSB Las Hormas- y dejarlas durante un periodo más largo para repetir el experimento más adelante».

Con todo, Zahonero insiste en que lo importante no eran las conclusiones que pudiesen extraerse, sino que «la gente de esta zona vuelva a recuperar la sonrisa y que las administraciones y la opinión pública sean conscientes de lo mucho que queda por hacer allí, y eso, gracias al impacto mediático que ha tenido la iniciativa en Japón, lo hemos conseguido».