El mundo de la enología nos ofrece la bebida más importante de nuestra cultura gastronómica y de la dieta mediterránea. Además de brindarnos buenos y grandes vinos, nos da la posibilidad de elaborar refrescantes combinaciones para tomar durante el verano. Los tintos jóvenes, blancos, cavas y espumosos los podemos preparar con frutas, hielo, zumos y especias, creando bebidas divertidas que nos sirvan de refresco. Los vinos tienen una importante presencia como ingrediente en las diferentes categorías de la coctelería , como en los flip, cobbler o en los cooler, entre otros. Pero, sin duda, el que debe ir en primer lugar por derecho propio es la sangría, el más típico, popular y veraniego que pueda haber, un trago para compartir siempre en animada compañía. La podemos hacer nosotros mismos (cada cual tendrá su receta particular), encargarla en un restaurante o adquirirla ya envasada. Y para que se pueda llamar sangría en su etiquetado el Parlamento Europeo aprobó en 2014 una normativa por la que solo podrá comercializarse con este término si se produce en la Península Ibérica, por su reconocida raigambre en España y Portugal.

Hace unos años me dio la fórmula de su sangría el veterano propietario de un restaurante de Pinedo que, a su vez, había aprendido de un experimentado barman en los años 70. Vamos con ella. Aunque se puede utilizar cualquier vino, los que resultan más recomendables son los tintos jóvenes con añada. Y la clave para que una sangría roce la perfección sin ser purista, ni falta que hace, es que las frutas han de macerar durante un par de horas en el vino para que la bebida sepa a fruta fresca. ¿Y qué frutas elegiremos? Pues las de temporada, empezando por los indispensables melocotones, una rodaja de limón con dos clavos de especia en su corteza, opcionalmente se puede poner peras y manzanas troceadas, el zumo de un limón, zumo de dos naranjas y canela en rama. Este es el momento de edulcorar el preparado que vamos haciendo en una gran jarra, sin que resulte excesivamente dulce ni que quede azúcar por diluir, para lo que habremos preparado un almíbar flojo o sirope. Poner en un cazo al fuego tres cucharadas de azúcar junto con el mismo volumen de agua hasta que se disuelva por completo y ya se puede introducir el conjunto en el frigorífico. Así saldría una sangría más que decente, creo yo, aunque con frecuencia se añade una copa de licor a base de naranja, tipo Cointreau, Triple Seco o Grand Marnier y una de ginebra, pero el coctel entonces pasa a llamarse zurra o zurracapote. Algunos, a la hora de servir, incorporan gaseosa bien helada y un poco de hielo. Servir en copa de vino y tomar muy fría, acompañando una comida o cena.