El río Turia, también denominado río Blanco en la comarca del Rincón de Ademuz, cruza el término municipal de Ademuz de norte a sur y junto a la población recibe los aportes de los ríos Bohilgues, las ramblas del Val de la Sabina y de la Virgen y el Barranco Seco. «El Turia vertebra el término en dos sectores, y a su vez constituye el eje integrador del territorio ya que es en él donde se localizan las principales poblaciones y las actividades económicas», explican Miguel Antequera Hernández y Ghaleb Fansa, del Departamento de Geografía de la Universitat de València (UV) en el proyecto «Los Paisajes Turísticos Valencianos, Valiosos, Valorados», que han realizado la UV y la Agència Valenciana del Turisme (AVT).

Ademuz se localiza en lo alto del cerro de Zafranares a 741 metros de altitud, junto a la muralla del castillo. Su núcleo urbano está situado en la margen derecha del río Turia, entre la confluencia de éste con la Rambla de la Virgen, al norte, y con el río Bohilgues, al sur. El clima de la zona es mediterráneo, destacando sus bajas temperaturas invernales y las escasas precipitaciones.

Históricamente, la población ha constituido «un cruce de caminos, una tradicional vía de paso natural desde las tierras aragonesas hasta la ciudad de València. Con su ubicación dominaba el río Turia, por lo que poseía una importancia económica destacada al situarse en el centro de las huertas de la comarca», relatan Antequera y Fansa en el trabajo.

En la zona más elevada de Ademuz -sus calles son «largas, estrechas y sinuosas»- se hallan las ruinas del castillo medieval, del que aún pueden observarse algunas muestras de su primitiva construcción. «En el derruido recinto del castillo se encuentran los restos de la ermita de Santa Bárbara, construida en la segunda mitad del siglo XVII, en el lugar donde se encontraba la originaria iglesia de San Pedro Intramuros», detallan los autores de este Paisaje habitado, que añaden: «Del perímetro amurallado de la villa medieval quedan vestigios en el interior de algunas viviendas y en el Portal de San Vicente, que es una de las cuatro entradas a la ciudad y su elemento mejor conservado».

Como patrimonio destacable a visitar está la iglesia Arciprestal de San Pedro y San Pablo, una construcción de «notables dimensiones, edificada en el siglo XVII al desmoronarse el anterior templo en el terremoto de 1659», describen los autores Antequera y Fansa.

Otro edificio que no hay que perderse en la visita a Ademuz es la ermita románica de la Virgen de la Huerta, que fue construida en el siglo XIII sobre una antigua construcción árabe, y en la actualidad aún conserva una inscripción del Corán. «Posee tres naves separadas por arcos apuntados y un amplio atrio, además de una cúpula redondeada y otra piramidal, la doble espadaña de piedra labrada y un porche sostenido por dos columnas de piedra», detallan los profesores.

Por último reseñan la ermita de San Joaquín, que es una «construcción de planta cuadrada de estilo gótico, y que formaba parte del antiguo Hospital de Pobres de Santa Ana».

El núcleo originario de Ademuz se situaba al pie del castillo y coincide aproximadamente con el Barrio del Vallado. Su entramado urbano es resultado de la antigua configuración defensiva de la fortaleza situada en lo alto del cerro. La evolución de la población se realizó desde la parte más alta del Barrio del Vallado hacia el Barrio del Molino y la Rambla de la Virgen.

En cuanto a la economía de la zona, la agricultura fue hasta hace algunas décadas la principal fuente de ingresos en Ademuz, pero en la actualidad se encuentra en clara regresión. El cultivo que posee la supremacía en los regadíos es el manzano, en sus diversas variedades, con unas 1.200 hectáreas. En el secano, el almendro es el cultivo predominante y debido a lo abrupto del terreno se cultiva en bancales. «Numerosas tierras están improductivas debido a la despoblación provocada por la fuerte emigración desde mediados del siglo XX, a la baja rentabilidad de las producciones y al envejecimiento de los agricultores», añaden los autores a modo de alerta.

Valles del Turia y Bohilgues

«Los valles de los ríos Turia y Bohilgues forman un corredor verde en el que los regadíos bonifican las huertas de la Vega de Ademuz, en contraste con los secanos que la delimitan. Los espacios regables son fruto de la labor de incisión y vaciado de la red fluvial sobre estos materiales sedimentarios arenosos y arcillosos de las depresiones terciarias intramontanas. El regadío se concentra a lo largo de los cursos de agua permanentes, sobre los fértiles aluviones cuaternarios. Existe una compleja e imbricada red de acequias, que se distribuye por las numerosas parcelas existentes, en un trazado prácticamente inalterado desde hace siglos. Las acequias-madre toman el agua mediante azudes y discurren al pie de las laderas, de modo que se puede irrigar la totalidad de unos valles que tienen una morfología de fondo plano. En la vega ademucera el factor limitante para los regadíos no es la falta de agua, sino la escasez de terrenos aptos para el cultivo, ya que éstos se reducen a las terrazas bajas del Turia y de sus principales tributarios. En los valles fluviales la vegetación natural ribereña sufrió una drástica transformación, y actualmente se reduce a estrechas franjas a lo largo de los cauces. El estrato arbóreo lo forman álamos, chopos, o sauces, acompañados de vegetación de ribera como juncos, zarzas o carrizos, y especies herbáceas», explican Antequera y Fansa.

Localizaciones de interés

1. Iglesia de la Virgen de la Huerta.

2. Iglesia Parroquial de San Pedro y San Pablo.

3. Castillo de Ademuz.

4. Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad.

5. Río Turia

6. Río Bohígues. Microreservas