«La vía Alcoi-Gandia es en el fondo una vía inguinal que busca conectar las entrañas de Alcoi, Concentaina y Muro, la presencia de la Mariola o la solana del Benicadell con su horizonte natural, que sigue siendo el mar». Así describe Pau Rausell Köster, del Departamento de Economía Aplicada de la Universitat de València (UV), el eje que une Alcoi, en el interior, y Gandia, en el litoral, cosiendo las tres comarcas de La Safor, el Comptat y l´Alcoià.

La ruta turística que visitamos esta semana es un recorrido de unos 75 kilómetros siguiendo el curso del río Serpis, desde las proximidades de Alcoi hasta la desembocadura en Gandia. Dentro del trabajo «Los Paisajes Turísticos Valencianos, Valiosos, Valorados», elaborado por la UV junto a la Agència Valenciana del Turisme (AVT), el profesor Pau Rausell concluye que esta vía de comunicación «cose esa extraña división administrativa provincial entre Alicante y Valencia, cose todas las sinergias de las Comarcas Centrales y cose el profundo vacío que separa los agujeros negros conformados por los espacios metropolitanos Elx-Alicante y València».

Empezamos el itinerario ante la imponente Serra de Mariola, la «verdadera montaña sagrada de la identidad alcoyana», destaca el profesor Rausell. Los primeros kilómetros discurren con pinares en las laderas de los caminos pasando por la industriosa Cocentaina, l´Alquería de Asnar, Muro de Alcoi y Beniarrés, cuyo pantano, desde finales de los años 50 del siglo XX, «atempera las iras de un río que aunque pequeño y con cauces raquíticos la mayor parte del año, no deja de ser un río mediterráneo, capaz de algunas salvajes crecidas».

Nada más atravesar Muro de Alcoi, en la parte de levante de la Sierra de Mariola, se cruza el río Agreso, un pequeño afluente del Serpis. A partir de ahí ya se puede recorrer la plataforma del antiguo ferrocarril, construido a finales del siglo XIX, que sirve de pista rural durante media decena de kilómetros hasta el pequeño municipio de Gaianes. Se llega hasta Beniarrés cruzando uno de los túneles del viejo ferrocarril y luego se atraviesa el Barranc del Corral.

Continúa la ruta en la parte más espectacular cuando el río forma un «largo callejón entre apretados cerros, en el estrecho de Lorcha», según describió Teodoro Llorente en 1887. El castillo de Perputxent anuncia la inmediata entrada en el Barranc de l´Infern o Racó del Duc. Durante el recorrido se puede observar el serpenteo del viejo trazado del «tren de los ingleses» -porque la financiación corrió a cargo de inversores de Londres tras no hallar financiación nacional- con los túneles que hoy persisten para atravesar la montaña. Los puentes se desmantelaron en los años 70 del pasado siglo.

Los siguientes trece kilómetros constituyen una «verdadera joya para los sentidos», expresa Rausell, que añade: «Se conforma un desfiladero a partir del empuje de las paredes calizas de las sierras de La Safor y Ador, de más de 500 metros, sobre el río Serpis, que desciende desde los 250 metros de l´Orxa a los 90 de Villalonga». A partir de este punto se penetra en los municipios más poblados como Potries, Beniarjó, Almoines y Gandia, donde el Serpis acopla a su último afluente, el Vernissa, casi a ras de mar. Al entrar en la capital de la Safor, el «pont de ferro» es el único puente que conserva la original estructura metálica.