Las cifras económicas que vamos conociendo son buenas, así lo confirman, además, las agencias de calificación que han mejorado nuestra nota, lo que en términos académicos sería como pasar del Muy Deficiente (MD) al Aprobado raso (Apto) o como ellos prefieren decir hemos salido del bono basura, sin embargo, los dos grandes problemas que sigue teniendo nuestra economía siguen sin abordarse. Me refiero, claro está, al enorme endeudamiento de las administraciones públicas, que ya supone más del 95% del PIB o sea 979.316 millones de euros y las previsiones, según todos los expertos, es que siga creciendo y la deuda supere el próximo año el 105% del PIB.

Para entendernos. Cada uno de nosotros debe al Estado más de 20.000 €, si quisiéramos equilibrar la balanza y dejar el contador a cero.

El otro gran problema es el paro, que ya supera el 26% de la población activa y es el más elevado de toda la UE con más de 6 millones de personas en busca de empleo y con más de 2 millones de hogares sin ninguna clase de prestación económica.

Las reformas estructurales para corregir estos desequilibrios de modo que se favorezca la competitividad, la inversión y el crecimiento siguen sin acometerse porque el gobierno de Mariano Rajoy ha preferido meter la tijera o mejor dicho el hachazo en las partidas más sensibles del gasto social como son las pensiones, la sanidad, la educación o la Ley de Dependencia, tirando por la borda los logros sociales que dieron lugar al estado del bienestar antes que poner en práctica una política seria, austera, eficaz, competente en otras cuestiones como por ejemplo, una buena gestión de los recursos públicos, apostando por proyectos viables no sólo económicamente sino también socialmente y evitando el despilfarro y el amiguismo y no amparando a políticos corruptos que lejos de ser apartados de la política, al margen de la responsabilidad penal que pudieran tener sus actos delictivos, todavía se sientan en sus escaños y encabezan listas electorales.

Hay partidas de los presupuestos que no se han tocado ni se piensan tocar porque afectan a esa casta intocable que son los políticos como son las referidas al gasto corriente, que comprende el sueldo de los políticos, que lejos de bajárselos en algunos casos se los han subido.

Ahí es donde el Gobierno debe de buscar el dinero: persiguiendo el fraude fiscal, acabando con los paraísos fiscales y haciendo realidad eso que dicen, pero que es absolutamente falso de que paga quien más tiene y digo que es falso porque las grandes fortunas de este país tienen unas sociedades patrimoniales que se llaman Sicav que tributan al 1% y están casi exentas de obligaciones fiscales y no subiendo los impuestos.

La prima de riesgo se mantiene en unos niveles mucho más moderados que en plena crisis económica cuando llegó a superar la barrera de los 600 puntos básicos respecto al bono alemán y eso nos permite ahora financiarnos a un menor coste y obtener financiación en los mercados internacionales, sin embargo, la deuda no deja de crecer y es un lastre para la economía.

Si el entorno, además, es de recesión y de precios a la baja, lo que se conoce por deflación, la cosa se complica y dificulta aún más la salida de la crisis.

Por otro lado, las cifras de paro, los mejores augurios hablan de empezar a crear empleo en 2020, no se reducirán de una manera significativa mientras no se den las condiciones para facilitar la contratación y que pasan, inexorablemente, por flexibilizar el mercado laboral frente a las rigideces que presenta el actual modelo, reduciendo el número de contratos.

Para que el paro se reduzca nuestra economía debe de crecer en torno al 2% y esto sólo es posible con políticas que favorezcan, precisamente, el crecimiento y estimulen la economía frente a lo que ha sido hasta ahora la práctica habitual de la señora Merkel de más recortes sociales y más sacrificios para los ciudadanos y ninguna acción punitiva contra los verdaderos causantes de esta crisis que han sido, obviamente, los bancos y las malas praxis financieras, con el beneplácito de los organismos reguladores como la CNMV o el Banco de España.

Bruselas ha vuelto a amenazar a España con más deberes, es decir, con más ajustes y más recortes, cuando es más que evidente, el estrepitoso fracaso que han tenido para el conjunto de los ciudadanos, las políticas de contención del déficit público, que sólo han servido para empobrecernos aún más y para que crezcan las desigualdades entre ricos y pobres.

Por este motivo, las elecciones del próximo 25 de mayo son sumamente importantes y hay que convencer a la gente para que vaya a votar, ya que es una magnífica ocasión para cambiar de rumbo, ya que todo se decide en Bruselas y cada vez tiene más peso el Parlamento europeo y es necesario que la UE recupere el espíritu solidario que la caracterizó y se empiecen a aplicar una serie de políticas dirigidas más al ciudadano y menos a los mercados, que ponga la economía al servicio de los ciudadanos y no al revés, como se ha venido haciendo hasta ahora, con penosos resultados de los que se han beneficiado los más poderosos.