Cuando veo a los jugadores del Real Madrid , en este caso, pero me valdría cualquier otro equipo, celebrar eufóricamente su triunfo ante el Atlético de Madrid en la Champions League ( o Copa de Europa para que nos entendamos y nos dejemos de anglicismos), me pregunto, si tal entusiasmo obedece a una verdadera pasión por el club, si observan las imágenes se darán cuenta de la de cientos de veces que besan la insignia del club merengue, golpeándose a la vez el corazón, o ¿debería decir el bolsillo? o si por el contrario, tal alegría desbordada responde a la de cientos de miles de euros que se va a embolsar cada jugador como prima por ganar el partido, a parte de los elevadísimos emolumentos que ya perciben por dar patadas a un balón, incluido Cristiano Ronaldo, que no hizo absolutamente nada en todo el partido, salvo el ridículo más espantoso cuando se quitó la camiseta para mostrar sus tabletas abdominales, ante la mirada atónita del juez de línea y de la de cientos de aficionados, que vieron en el gesto de Cristiano una auténtica estupidez .

Cuando la selección española ganó el pasado Mundial, celebrado en Sudáfrica, cada jugador se embolsó la friolera cifra de 600.000 €. (cien millones de las antiguas pesetas para entendernos también).

Cuando la cantidad que iba a percibir cada jugador saltó a los medios de comunicación se especuló con la posibilidad, nunca cumplida, por cierto, de que donarían ese dinero a fines sociales. También los de la 'roja' lloraron de alegría cuando ganaron el mundial.

Sólo conozco un caso y no es en el fútbol, precisamente, de un deportista, en este caso tenista que donó el premio íntegro a fines sociales cuando ganó el torneo. Me refiero al serbio Djokovic cuando ganó el masters de Roma.

Cuando transcendió la cifra que indignó a más de uno., a quien suscribe estas líneas también, España no hace falta recordarlo estaba sumida en una profunda crisis económica de la que todavía no se ha recuperado y a punto de ser rescatada.

Al margen de toda la escenografía que rezuman, lagrimas de cocodrilo incluidas, los jugadores de fútbol siempre me han parecido unos auténticos mercenarios, que están con el mejor postor. Si tienen una oferta mejor, no dudarían en dejar al club y a la afición. Ejemplo de lo que digo hay cientos. El apego que le tienen al club es muchas veces meramente económico.

Estarían dispuestos a jugar con el club si les rebajaran la nómina?. ¿Si no cobraran primas?.

Muchos ciudadanos han visto recortado su sueldo y, sin embargo, siguen yendo al trabajo porque de lo contrario lo despiden.

Los jugadores de fútbol sí que son una casta privilegiada, ahora que se ha puesto de moda esta palabra.

Los que sí están de verdad con el club pase lo que pase son los aficionados, que pagan sus abonos o sus entradas.

Cuando veo a muchos de estos jugadores bajar del autobús con sus móviles pegados al oído o con los cascos de música puestos , dándoselas de superhéroes y no son capaces ni siquiera de esbozar una mínima sonrisa, pararse y saludar a la prensa o de acercarse a los aficionados, que se encuentran agolpados en las vallas protectoras y seguramente se han pasado muchas horas esperándolos para que les firmen una camiseta o para hacerse una fotografía , me vienen a la cabeza muchos adjetivos para calificar esa actitud chulesca y a menudo prepotente que esgrimen, como si fueran seres de otra galaxia. Y seguramente lo son porque si no no se entiende las astronómicas cifras que se manejan en el fútbol.

Leo Messi acaba de renovar con el Barcelona hasta 2018 por una cantidad irrisoria de 20 millones de euros por temporada, más otros tres en variable, lo que le convierte en el jugador mejor pagado del mundo.

Alguien piensa de verdad, que si ahora viniera otro club y estuviera dispuesto a pagar la cláusula de rescisión (250 millones de euros), y mejorara el contrato del astro argentino, continuaría en el Barcelona? y digo Messi por citar a un crak, pero me valdría cualquier otro jugador, Cristiano, por ejemplo. Recuerdan cuando no festejaba los goles con su equipo del alma? Cristiano está triste decían. Como Carmencita Franco en Dragón Rapide, la película de Jaime Camino. La razón no era otra que estaba en juego su renovación con el Real Madrid.

Otro día si quieren, por no extenderme más, hablamos de dónde pagan los impuestos estos jugadores. Pero ese es otro cantar, que también les dejaría boquiabiertos. Como todo lo relacionado con el deporte rey: el fútbol.