La semana pasada teníamos pensado ir a El Bonillo a cazar, pero, finalmente, anulamos la cacería debido al mal tiempo. Decidimos dejarlo para esta semana, a ver si amainaba un poco el temporal.

El martes daba un pequeño respiro y para allí que nos fuimos. En la entrada de El Bonillo un coche de la Guardia Civil de Tráfico, que estaba parado en al arcén, nos dio el alto. Ángel, el yerno de Pepe Sala, que nos acompañaba en esta ocasión y que iba en la parte trasera del vehículo, no llevaba puesto el cinturón de seguridad. La multa fue de 200 euros.

Llamé a Kiko desde el coche para decirle que nos retrasaríamos un poco. A Pepe le pidieron la documentación del coche y entre que tramitaron la denuncia y todo lo demás, nos tuvieron parados casi media hora.

Sobre las 11, ya estábamos en el campo, tras el aciago incidente. Nada más bajar del coche empezamos a ver los primeros bandos de perdices. La finca tiene una densidad muy alta de patirrojas. Siempre se ha dicho, que una buena densidad de perdices en una finca de caza menor es una perdiz por hectárea. Posiblemente en la patirroja haya bastantes más.

Los campos de cereal empiezan a verdear, con los primeros brotes de siembra y la perdiz tiene comida en abundancia, aunque en la finca hay comederos y bebederos de sobra, que sirven de refuerzo en la alimentación, sobre todo, en épocas de malas cosechas.

Fui el primero en estrenarme. César, el acompañante, me canta una perdiz, que derribo de un certero disparo. Abro la escopeta para meter los cartuchos y me doy cuenta que baja otra a una velocidad endiablada. Con el segundo cartucho, que aún no había llegado a quitar, cierro la escopeta y aprieto el segundo gatillo del cañón izquierdo. La ventaja de cazar con una paralela frente a las semiautomáticas es que puedes seleccionar el disparo. Esto es muy útil, por ejemplo, en los ojeos de perdiz, que tiras de más lejos a más cerca, salvo que tengas una pareja de paralelas, claro. Las superpuestas también te permiten jugar con los chokes. La perdiz cae de ala a un sembrado. Los perros se percatan enseguida y la cogen alicortada. LLuna se adelanta a Syra en la carrera y se hace con ella.

Debido a la emoción del lance, no me fijé muy bien donde cayó la primera. No cogí bien la referencia. Lluna, la perrita de Sala, hizo una faena estupenda y la cobró.

Pepe, le dejó la escopeta a su yerno, que tardó en cogerle el punto a la repetidora, pero a mitad mañana, ya se había hecho con ella. El arma le venía algo corta y eso le hizo errar algunos disparos. Además, a Ángel le habían dado unos puntos de sutura y llevaba su mano izquierda vendada, aún así es un tirador experimentado, como su suegro y lo demostró, bajando un par de perdices de las de quitarse el sombrero.

Yo, hice un buen promedio ese día, abatiendo 8 perdices consecutivas, tiro a tiro, sin errar ninguna. A última hora de la mañana se truncó la buena suerte y erré un par de ellas. Así es la caza.

Para no comer a destiempo, siempre se nos hace tarde porque apuramos demasiado, ese día decidimos quedarnos en El Bonillo, en el mismo restaurante que tiene Kiko en el pueblo y saboreamos unas deliciosas alubias con perdiz.