¿A qué Pedro Sánchez debemos creer, al que dijo -cuando era secretario general del PSOE- que no pactaría con los populismos o al de ahora, que apuesta por un pacto progresista con Podemos y los sindicatos. ¿Al Pedro Sánchez que afirmó que la renta básica universal era inviable económicamente o al de ahora, que lo ve posible, aunque no haya explicado de dónde piensa sacar el dinero para financiarla. ¿Al que se refería a España como una nación indivisible, o al nuevo Pedro Sánchez que habla de una España plurinacional?

Este viraje a la izquierda de Pedro Sánchez obedece más a una estrategia política de cara al próximo congreso del PSOE, donde se elegirá al nuevo secretario general, siguiendo los pasos que han tomado otros dirigentes políticos como el socialista francés Benoit Amon o el líder laborista Jeremy Corbyn en Reino Unido , más que a una propuesta seria y responsable, de quien aspira a ser presidente del Gobierno porque aliarse con los populismos no es el camino que debe seguir el PSOE, que en todo caso debe apostar por recuperar el espacio de centro izquierda, el discurso moderado y socialdemócrata que llevó a este país a alcanzar las mayores cuotas de bienestar social y de libertad, nunca antes conocidas. Un partido con vocación de gobierno que revierta los recortes sociales y anteponga las personas a las cifras macroeconómicas y que no necesite ir de la mano de los populismos para llegar al poder. Que dé protagonismo a las mayorías sociales de este país, que son el colectivo que peor lo ha pasado durante la crisis.