Estos días tenía en el móvil un par de llamadas de un teléfono desconocido. Decidí devolverlas y cuando lo hago, me contesta al otro lado de la línea, Javier.

Patrí, soy Javier, me dice.

Perdona, pero no te tengo en la agenda. Qué Javier?, le pregunto intrigado.

Javier, de La Mestressa

Disculpa, pero no tenía tu móvil registrado en la agenda de contactos, le contesto.

Te llamaba para decirte que tengo una bandeja de trufas para ti. Pásate cuando quieras y las recoges.

Javier, dijo la palabra mágica: Trufas. Una de mis mayores debilidades gastronómicas son las trufas.

Cuando vivía en Valencia solía ir a comprarlas a Trufas Martínez, en la calle Ruzafa. Por fortuna este comercio histórico en Valencia, que lleva ya varias generaciones, no ha cerrado sus puertas y siguen elaborando este exquisito dulce.

La Mestressa era una pastelería fantástica que había en Fontanars y que hace unos años cerró al jubilarse los dueños, Rosario y Javier.

Yo iba con frecuencia a esta pastelería y una de las cosas que más me gustaban, entre otras muchas porque todo lo hacían buenísimo, eran las trufas. Deliciosas trufas de chocolate que Javier y Rosario elaboraban de manera artesanal, con una mezcla de chocolate negro fundido tipo fondant para chuparse los dedos.

Muchas tardes iba a última hora a merendar, fiel a mi deshorario particular y si no había trufas me pedía una napolitana rellena de chocolate o de jamón york y queso. Javier tenía la gentileza de ponerme dos y cobrarme una.

Me alegré mucho de recibir esta llamada por dos motivos. Primero porque aprecio mucho tanto a Javier como a Rosario. Y en segundo lugar porque hacía tiempo que no me comía nada tan rico ni tan bueno. Muchas gracias por vuestro detalle.