Sería fácil por mi parte decir que es bueno que cada cual pruebe su propia medicina. Desde Unidas Podemos siempre han defendido los escraches como una forma legítima de reivindicación.

Estos días hemos visto como Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos y firme defensor de los escraches, sufría uno en sus propias carnes, cuando este pasado viernes fue insultado y obligado a abandonar un bar de copas en Sanlúcar de Barrameda.

Me ha gustado que Inés Arrimadas condenara en su cuenta de tuiter la agresión que sufrió la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, mostrándole su solidaridad y apoyo. Y lo mismo debería decirse en el caso de Juan Carlos Monedero, con el que estoy en las antípodas ideológicas, pero yo también condeno cualquier agresión venga de donde venga.

Monedero ha echado la culpa a un colaborador de la Sexta, concretamente Eduardo Inda, de caldear el ambiente y propiciar este tipo de acciones. Convendría recordarle al señor Monedero cuando ellos arropaban y justificaban este tipo de acciones contra dirigentes populares como Esteban González Pons o Cristina Cifuentes.

El señor Monedero como cualquier otro ciudadano tiene todo el derecho del mundo de ir donde quiera sin verse sometido a ningún tipo de coacción. Las diferencias en política se resuelven en las urnas.

Sí que es verdad, que el ambiente de crispación que se vive en el Parlamento, no en los medios de comunicación, se ha trasladado a la calle. Y mucha culpa de que esto sea así, la tienen los políticos que deberían rebajar la tensión.