Hace unos días compartí una foto en una red social. La fotografía en cuestión realizada por Juan Álvarez mostraba el antiguo portón de la fábrica Paduana en el número 26 de la Plaza de la Concepción. Una auténtica joya modernista, como lo es todo el edificio, que se construyó en 1919.

Hubo varios comentarios a esta foto. Uno de mi prima Esther, felicitándome por la fotografía y otro de Lola Peralta.

Lola ha trabajado en Paduana en varias secciones de la empresa durante más de 42 años. Comenzó en la sección de hilatura cuando tenía 16 años. A los 20 años ya estaba en el comité de empresa, entonces jurado de empresa. Yo la conocí personalmente cuando entré a trabajar en la fábrica. Recuerdo perfectamente haberla llamado por teléfono el día de su jubilación para felicitarla por los años de dedicación y trabajo en Paduana. Siempre me agradeció aquella llamada. El éxito de Paduana fue haber contado con una plantilla que sentía la empresa como propia y Lola Peralta era una de esas personas.

Sección de hilatura de Paduana años 60. Lola Peralta Rico en el centro.

Durante los años que trabajé en Paduana solía recorrer muy a menudo las diferentes secciones para conocer la opinión de sus trabajadores. Aprendí mucho de ellos. Hice muy buenos amigos en la sección de telares, hilatura y confección. Me gustaba conocer de primera mano la impresión de los trabajadores. Es verdad que la primera vez que bajé se sorprendieron porque no esperaban una visita así.

Yo era miembro del Consejo de Administración con mi padre, mis tíos y mis primos, pero en la empresa trabajaba en el departamento comercial de ropa de hogar.

Lola Peralta trabajaba en la sección de confección. Era la representante sindical de CCOO. Era dura en la negociación, como tenía que serlo, velando siempre por los intereses de los trabajadores., pero también de la empresa. Es importante este matiz porque ambos, empresarios y trabajadores son eslabones fundamentales en el día a día de la empresa.

Cuando subí la foto y puse que no había habido otra empresa como Paduana, Lola recordó la calidad del producto que se fabricaba en sus instalaciones: la manta. La verdad es que eran de una calidad que duraban toda la vida. Ya no se trabaja así. Ahora se hacen productos de usar y tirar, con una vida útil muy corta para que volvamos a comprarlos. Yo tengo en casa mantas de hace más de 40 años y están como el primer día. También recordó por supuesto a los trabajadores. De los que yo dije que habían sido una pieza fundamental en el éxito de la empresa.

En aquellos años, las reivindicaciones sindicales estaban a la orden del día porque había muchos conflictos laborales en las empresas. Afortunadamente no era el caso de Paduana donde el diálogo social estuvo siempre presente por ambas partes.

Los sindicatos jugaron entonces un papel fundamental en la defensa de los intereses y los derechos de los trabajadores. Hoy, la verdad, es que se les oye muy poco, pese a las altas cifras de desempleo que tenemos y la crisis económica.

Me agradeció el tono humano con la que siempre la traté. Yo creo que el respeto y la educación deben estar por encima de cualquier orden de cosas.

La última vez que vi a Lola Peralta fue a la salida del hospital de Ontinyent. Yo acompañaba a mi mujer a hacerse una analítica y ella salía de recoger unas pruebas. Charlamos un momento en la misma puerta del hospital. Nos intercambiamos los teléfonos y quedamos en tomar un café un día. Desde entonces hemos intercambiado opiniones a través del facebook.

Quería aprovechar estas líneas para agradecerle también su predisposición al diálogo, incluso en los momentos más difíciles.