Dentro del Gobierno, sobre todo en el sector más moderado del ejecutivo con Nadia Calviño a la cabeza, no ha gustado lo más mínimo que Iglesias pactara a sus espaldas una enmienda a los PGE con Bildu y ERC para prohibir los desahucios a familias vulnerables hasta finales de 2022.

Dentro del acuerdo de gobierno que firmaron ambas formaciones se prohibía expresamente presentar enmiendas que no fueran de forma conjunta. ¿Y qué han hecho? Pues, todo lo contrario.

Muchos ministros han querido quitar hierro al asunto, pero lo cierto es que deja a Sánchez en una posición incómoda.

Unidas Podemos no es un socio de fiar cuando incumple lo pactado.  ¿Qué se puede esperar de un partido que aprueba unos presupuestos y a renglón seguido presenta una enmienda a sus propios presupuestos?

La imagen de división que han dado una vez más no es buena para la estabilidad del país. Dice Iglesias que no ha llegado a la política para hacer amigos. Yo creo que nunca ha sido consciente del cargo que ocupa ni de la responsabilidad que tiene.

Hay una pugna por ver quién manda más dentro del Gobierno. En este sentido, Unidas Podemos ha sabido rentabilizar mejor los 35 escaños de la formación morada que el PSOE sus 120.

 Iglesias se siente más cómodo pactando con los independentistas que con algunos miembros del Gobierno, que ven con buenos ojos una aproximación a Ciudadanos y a los partidos constitucionalistas. La misma ministra de Hacienda María Jesús Montero ha dicho que vería con buenos ojos que el PP se sumara al apoyo a los PGE mientras que Iglesias excluye del pacto cualquier acercamiento con la derecha.

Esta experiencia de gobierno de coalición chirría por todos los lados. El tándem Sánchez- Iglesias se ha demostrado fallido en todos los aspectos, tanto en lo económico como en lo social. Los próximos meses van a ser muy duros con empresas abocadas al cierre y con numerosos despidos.

Cuando hablan de integrar, lo que hacen es dividir. Y cuando hablan de sumar, restan.