La caja de los truenos la ha destapado Gabriel Rufián cuando ha pedido como condición para apoyar los PGE que se acabe con el supuesto dumping fiscal de Madrid. Quizá sea la persona menos indicada para hacer la propuesta, siendo dirigente de ERC, un partido independentista, cuya solidaridad brilla por su ausencia.

También podría haberse referido al País Vasco y a Navarra, pero no lo ha hecho, consciente de no ofender al PNV. La diana la puso en Madrid, donde gobierna el PP,  que curiosamente aporta a la “caja común” 23.000 millones más que Cataluña desde 2009 con menos impuestos, siendo la región de España que más aporta al resto del Estado.

Si de lo que se trata es de armonizar la fiscalidad de todos los españoles para que todos los ciudadanos paguemos los mismos impuestos, independientemente de donde hayamos nacido y de donde vivamos, entonces habría que acabar también con el cupo vasco y con el concierto navarro, que son profundamente insolidarios con el resto de territorios. El PNV socio preferente de Sánchez, ya ha dicho que el cupo vasco no se toca. Y no se va a tocar porque si lo hace se van al traste los PGE y con ello la legislatura.

Los impuestos de los madrileños, sí; pero el cupo vasco, no. Si hablamos de armonización fiscal, no debería haber excepciones entre territorios, aunque estén recogidas en la Constitución, como es el caso del régimen foral de Navarra y del País Vasco, que obedece a un pacto político más que a una cuestión de derechos históricos.

Lo que no tiene mucho sentido y eso es cierto porque crea desigualdades es que en algunas comunidades, como es el caso de Madrid, el impuesto de Patrimonio y el de Sucesiones y Donaciones esté bonificado al cien por cien, es decir, no se tribute por él, mientras que en otras regiones, como es el caso de la Comunidad Valenciana este impuesto no esté exento.

Cabe recordar que el impuesto de Patrimonio es un impuesto que se creó de forma temporal y para un periodo de tiempo determinado aunque se ha mantenido en el tiempo y fue José Luis Rodríguez Zapatero quien lo abolió por ser un impuesto profundamente injusto que graba doblemente y sobre todo a las clases medias.

Más que apostar por el camino de los impuestos y de una mayor presión fiscal que es lo que quiere la izquierda, lo que habría que hacer es seguir el modelo de Madrid, de bajar impuestos y atraer inversiones, lo que redunda en beneficio de toda la sociedad.  Como ha demostrado la capital de España se puede recaudar más, bajando impuestos. No es cierta la teoría que sostienen algunos  de que subiendo impuestos se recaude más.

El dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos porque genera actividad económica y consecuentemente más empleo. La cuestión está en gestionar de forma eficiente esos recursos. Y parece que con el dinero público esa máxima no existe.