El vicepresidente segundo Pablo Iglesias en una entrevista al diario Ara ha afirmado que en España no hay una situación de plena normalidad política y democrática. Y se ha quedado tan ancho el hombre.

Que esto lo diga una persona que forma parte del Gobierno de España es realmente grave. Gravísimo, me atrevería a decir. Después de haber comparado al fugado Carles Puigdemont con los exiliados republicanos y no haber pedido excusas por ello sino que volvió a reafirmarse en unas declaraciones posteriores, vuelve a la carga con esta nueva e intolerable provocación, poniendo en tela de juicio la salud de la democracia española. Una democracia que no tiene nada que envidiar en derechos y libertades a cualquier democracia del mundo.

Iglesias vuelve a insistir en la consideración de presos políticos para los Oriol, Jordis, Forcadell, Romeva, Turull, Forn, Bassa, …  La ministra de Asuntos Exteriores González Laya ha tenido que corregir nuevamente al vicepresidente Iglesias y recordarle que en España no existen presos políticos sino políticos presos y que la ley es igual para todos.

El señor Iglesias sigue jugando a ser Gobierno y oposición. Con la vista puesta en las elecciones catalanas, el líder de la formación morada, cada vez con menos apoyo popular, quiere atraer el voto de izquierda e independentista. Supongo que el ex ministro Salvador Illa que apostaba por un pacto con los comunes se lo piense dos veces antes de reeditar un nuevo tripartito en Cataluña que ahondaría en una mayor polarización de la sociedad catalana y en la ruina de una de las regiones más prósperas de España.

No sé qué más cosas tienen que salir de la boca del señor Pablo Iglesias para que el presidente Sánchez lo cese de manera inmediata.

Su desprecio más absoluto a las instituciones y a la justica ha quedado nuevamente patente. ¿Cuál será el siguiente paso?