El otro día labrando un campo de viña vi una pareja de perdices en una zona de la solana conocida como el ribazal. Llevaba el móvil en el tractor y les pude hacer unas fotos y un pequeño vídeo que he compartido en las redes sociales. A partir de enero las perdices empiezan a emparejarse y entre abril y mayo tiene lugar la puesta.

Estaba de suerte porque por la tarde bajando con el coche con Rafa por el camino del corral d’Osca vimos otra perdiz. Esta vez estaba impertérrita haciendo gala de su poderío sobre una antigua caseta de perro, la hembra no debería estar muy lejos. Es probable que por esa zona hagan el nido.

Ahora se ven con cierta facilidad porque la siembre no está todavía muy alta. En unas semanas será misión imposible.

Me cuentan que se ven bastantes parejas en el coto de Fontanars dels Alforins, así que si la primavera acompaña y no hay inclemencias destacables, será un buen año de cría para la perdiz.

Pero para que las polladas salgan adelante, al margen de una buena climatología es necesario un control exhaustivo de las alimañas sobre todo de zorros y jabalíes cuyas poblaciones han crecido exponencialmente.

¿Cuántas veces hemos contado bandos de perdigones de diez o doce recién salidos del cascarón siguiendo a su madre, que luego a los pocos días se convierten en uno o dos a lo sumo?

La situación de la perdiz no es buena. De hecho, algunos estudios la catalogan como especie a proteger, aunque sobre este tema hay diferentes teorías, lo cierto es que la perdiz no atraviesa su mejor momento, y eso lo sabemos los cazadores y lo mismo le ocurre a otras especies de caza menor como la tórtola o la codorniz.

En otros artículos anteriores me he referido como causas de su descenso a la pérdida de hábitats naturales o a la utilización de productos fitosanitarios, que son auténtico veneno para la flora y la fauna salvaje. Hoy quiero hacer especial hincapié a otro factor importante que contribuye a este declive de la reina de la caza menor como son las sueltas indiscriminadas de perdices en el campo.  Muchas de estas perdices que se han soltado sin ningún  tipo de control sanitario han sido las causantes de muchas enfermedades que han terminado con la perdiz autóctona.