La última vez que estuve en la finca La Gloria cazando al conejo con hurón fue el pasado mes de julio. Juan José me ha sacado un permiso también para este año. Gracias a las labores de descaste que realizan los cazadores, los agricultores pueden recoger sus cosechas y cultivar sus tierras. Los conejos son una plaga que desequilibran el medio rural.

A las 8,30 me esperaba en la finca José y su hijo Rubén. Más tarde ha venido Ximo.

Cuando he entrado a la finca he visto menos conejos que otros años. La carretera a esas horas era antes un reguero de conejos. Seguramente la enfermedad ha diezmado mucho la población, aún así se ven campos de cereal cuya siembra que empieza ahora a despuntar ha sido devorada por los conejos, sobre todo en las orillas pegadas al monte.

Hemos cazado en las antiguas vías del tren. Todavía hay restos de traviesas abandonadas. Yo siempre había cazado arriba de la casa, pero el domingo pasado estuvo José echando los hurones y vio muy pocos conejos.

La mañana era fresca. Ha amanecido algo nublado aunque luego se ha despejado un poco. En las vías nos hemos cruzado con un grupo de ciclistas.

Dos cormoranes sobrevuelan el cielo dibujando una silueta espectacular, despareciendo en el horizonte.

José empieza a apuntarse los primeros conejos de la mañana sin fallar ninguno. Lleva buenos hurones y eso se nota.

En la caza del conejo con hurón si no llevas unos buenos bichos no tienes nada que hacer. Los conejos están ya muy resabiados y se las saben todas, algunos prefieren morir dentro de la madriguera antes que salir a campo abierto. Los muy veteranos torean a los hurones dentro de la madriguera. Si pudiéramos poner una cámara a un hurón, veríamos lo intrincado de las galerías y la infinidad de pasadizos que tienen bajo tierra.

La lucha que libran conejo y hurón es encarnizada. En uno de los lances he podido presenciar como un conejo se libraba de las garras del hurón cuando ya lo tenía bien atenazado. Los conejos son duros.

Yo iba tiro a tiro hasta que errado el mejor conejo de la mañana. Lo he dejado pasar y creo que me he ido por arriba. Ha salido a un camino de piedras, con los dos tiros traseros. Más tarde he errado otro igual. Tengo que tirar a tenazón y sin apuntar. Si apunto, pierdo rapidez y en este tipo de caza la rapidez es fundamental aunque hemos cazado en buenos cazaderos donde había bastante visibilidad. En zonas con mucha vegetación la cosa se complica y el tiro tiene que ser más rápido. Si las bocas están muy pegadas unas a otras, pasan de una a otra que no te da tiempo ni apuntar.

José demostró una habilidad  especial desollando los conejos.

Cuando ya estábamos terminando de cazar ha venido Juan José con Javier y su hermano Vicente. Después nos hemos ido todos a comer al Trajín en Fontanars dels Alforins, donde Ismael nos ha preparado un delicioso arroz caldoso que ha puesto colofón a una excelente jornada de caza con muy buenos compañeros y amigos.