Los agricultores llevamos semanas enteras mirando el cielo y nuestros móviles, esperando que caiga alguna gota, pero nada. El campo cuando más agua necesita es ahora que comienza la primavera. La viña está empezando a brotar y necesita reservas de agua para pasar el verano que se presagia caluroso y falto de lluvias. Y lo mismo pasa con los almendros, con el olivar y con el resto de frutales. Los campos de cereal que empiezan a levantar un palmo del suelo necesitan refuerzo hídrico para producir grano y garantizar una buena cosecha.

Una cosecha que se puede dar por perdida si no llueve en las próximas semanas. Todos los esfuerzos y trabajos del año quedarán dilapidados. Eso si no cae antes una tormenta con pedrisco y nos arruina por completo. El tiempo es un factor imprevisible contra el que no se puede luchar por mucha tecnología que exista.

Si nadie lo remedia, tendremos que acostumbrarnos al cambio climático que tiene estas nefastas consecuencias sobre la agricultura y sobre el medio ambiente en general, aunque hay todavía gente que lo sigue negando o diciendo verdaderas sandeces, como la que le he escuchado a un dirigente político de Vox, diciendo que el calentamiento global tenía consecuencias positivas sobre la población mundial porque se sigue muriendo más gente en el planeta de frio que de calor. Después de esta aseveración, el representante de Vox no ha sido cesado. Pensar que esta gente pueda ocupar un puesto de responsabilidad, me asusta incluso más que el cambio climático.

Mientras esperamos que llueva, seguimos con nuestras tareas agrícolas. Ya me he puesto a labrar los almendros. He empezado por los hondos. En mayo haré un tratamiento para la monilia, el pulgón y la mancha ocre, aunque desde la cooperativa ya han anunciado que conviene hacer un tratamiento preventivo para la avispilla.

Si en tratamientos convencionales es jodido acabar con esta nueva plaga, los que estamos en agricultura ecológica lo tenemos más complicado porque apenas existen productos efectivos para combatirla.

La avispilla se puede ver en los frutos de la campaña anterior que se quedaron en el árbol. Una plaga verdaderamente dañina para el fruto del almendro y que tiene su origen seguramente en toda esa mierda que entra por los puertos españoles de terceros países sin ningún tipo de control fitosanitario mientras en el resto de la UE las normas son muy restrictivas y de obligado cumplimiento para todos los países miembros.