Hoy he escrito mi artículo número dos mil. Llevo escritos muchos más desde que empecé a colaborar en la revista Crónica que fue mi debut periodístico con una entrevista a las monjas Carmelitas de Ontinyent en los años noventa, pero dos mil es el número de artículos que tengo guardados ahora mismo en el ordenador. Muchos de estos artículos han sido publicados en diferentes medios de comunicación en los que he colaborado y sigo colaborando, otros no han visto la luz nunca. De los primeros suelo conservar una copia en papel.  Me gusta guardarlos. Hay de todas las temáticas: agricultura, economía, política nacional e internacional, caza, tiro, Un poco de todo aunque donde más cómodo me encuentro  escribiendo es sobre caza que ha sido mi gran pasión durante años.

Lo de escribir me lo he tomado como una terapia. Me ayuda a estar distraído, a ocupar el poco tiempo libre que tengo y el hecho de no cobrar ni un euro de ningún medio, me da libertad para escribir lo que quiera, cuando quiera y sobre lo que quiera. Sin obligaciones. Nunca he sido censurado por parte de nadie, salvo las limitaciones que yo mismo me he impuesto, que sí que las ha habido. La autocensura es el mayor peligro de esta profesión.

Hace unos años este mismo periódico me abrió un blog para colgar todos los artículos que mandaba a la redacción Lo titulé: Desde La Azotea. Tuve también otro en El País que no recuerdo ahora su nombre  y mantengo otro de temática cinegética donde publico regularmente artículos relacionados con la caza.

Tenía intención de hacer una selección de todos estos artículos y publicarlos en un libro. No sé todavía qué criterios de selección voy a utilizar finalmente porque dos mil artículos son muchos para incluirlos en un libro y pretendo que sea ágil y cómodo de leer y que dé una perspectiva al lector de todos estos años. En su momento hablé con el director de comarcas de este periódico, Agustí Garzó, para ver si podía escribir el prólogo del libro y me contestó que lo haría encantado. Así que aunque los textos no sean especialmente brillantes, siempre he querido dar mi opinión sobre temas actuales, utilizando un lenguaje claro y sencillo, sí tendré un buen prologuista.

He recibido algunos elogios por mis artículos y también críticas. Las críticas siempre que sean constructivas son buenas. Recuerdo especialmente una que no era precisamente constructiva cuando escribí en Cartelera Turia un artículo sobre Pere Mayor. Se titulaba: Pere Mayor al carrer. Recibí una llamada anónima con insultos y  a la redacción de la Turia llegaron varios faxes, entonces no había correo electrónico, invitándome que me dedicara a vender mantas.  No le di más importancia. Me lo tomé más como una pataleta del Bloc que como una amenaza real. El entonces director de cartelera Turia,  José Vanaclocha, cortó por lo sano y no permitió que entráramos en una dialéctica cuerpo a cuerpo.

 También tuve algún rifirrafe con la directiva y el presidente de la Sociedad de Cazadores La Fontana, Enrique Conca por un par de artículos que escribí sobre el campo de tiro de Fuset y en el que responsabilizaba al equipo directivo de la deriva autoritaria de su mandato y del declive del campo de tiro. Por desgracia no me equivoqué demasiado en mis previsiones porque años después Fuset cerró sus instalaciones, aunque con otro presidente.

El artículo que más me ha costado escribir porque además me unía una gran amistad con ella fue cuando me enteré de la muerte de Adela Caballero, que trabajada de telefonista en Paduana y fue asesinada por su marido. El director de Crónica me pidió que escribiera unas líneas, esbozando la figura de Adela. Reconozco que aquello fue muy duro para mí porque nunca me había tocado tan de cerca algo así.

Pero lo que más ha proporcionado el periodismo son grandes satisfacciones y conocer a grandes amigos. Algunos, por desgracia, ya no están entre nosotros como: Josep Antoni Mollá.

Yo empecé Periodismo con la idea de ser director de cine. Pero  cuando me matriculé en Ciencias de la Información solo existía la rama de Periodismo. Años después se amplió la carrera a Publicidad y Relaciones Públicas y más tarde a Imagen y Sonido, que hubiera sido la especialidad que hubiera elegido. Siempre me gustó el cine y todo lo relacionado con el mundo audiovisual. Aunque mi aventura cinematográfica terminó ahí.

Después de acabar la licenciatura en Periodismo hice una Máster de Periodismo y Comunicación en la Universidad de Valencia en colaboración con el periódico Levante EMV que tuvo muy pocas ediciones, pese a ser muy interesante. Cuando terminé  y como complemento al máster me ofrecieron irme a hacer las prácticas al Faro de Vigo que pertenece al mismo grupo periodístico, pero lo rechacé. Pedro Muelas, entonces subdirector del Levante EMV y profesor mío en las prácticas, me ofreció hacer una suplemento de caza en el periódico. Tenía que buscar la publicidad para financiarlo, pero aquello no cuajó, aunque la idea era muy buena. De hecho después otra persona, Salvador Barberá, cubrió este espacio y hacía las crónicas de las tiradas de pichón y de todo lo relacionado con el mundo cinegético. Llegó a sacar un pequeño periódico gratuito a través de la Federación Valenciana de Caza. Poco tiempo después empecé a trabajar en la empresa familiar Paduana para unos años más tarde dedicarme a las labores del campo en una finca agrícola que mi familia tiene en Fontanars dels Alforins.