Vengo de dar una vuelta con el coche por la finca y de recoger ramas de la poda de los almendros que con el viento se habían volado y han acabado en los caminos, ensuciándolos.

He aprovechado para hacer algunas fotos a los viñedos que ya están brotando. El agua de estos días, aunque escasa les ha venido muy bien. Mientras escribo estas líneas sigue lloviendo, lo cual es una buenísima noticia para el campo, además está lloviendo muy bien y el agua está calando en la tierra. Cerca ha caído algo de piedra, aquí de momento, nos hemos librado.

Desde el coche he visto un par de parejas de perdices. Una de ellas me ha dado tiempo y la he podido fotografiar.  Iba sola. Seguramente la hembra estaba echada en el nido, aunque macho y hembra se turnan durante la incubación. Los animales tienen bien repartidas las tareas domésticas.

La actual junta directiva de la Sociedad de Cazadores L’Alfori y su presidente Sergio Micó han sido siempre contrarios a soltar perdices de granja en el acotado. El tiempo les ha dado la razón. Toda la perdiz que hay ahora mismo en el coto es autóctona. Los sacrificios de socios y cazadores han dado finalmente su fruto. Hace muchos años se impuso el cupo de una perdiz por cazador y día.  También se retrasó su caza en los bancales, permitiendo solo la caza de las patirrojas en la sierra. Estas restricciones y otras han permitido que al final de la temporada hayan quedado muchas parejas.

No exagero, pero hoy he visto cuatro o cinco parejas, que son muchas, tras los malos años que llevamos arrastrando. Ahora es difícil verlas porque la siembra ya está alta, así que o se cruzan contigo en un camino o una trocha o es muy complicado verlas.

Aunque es difícil prever con tanto tiempo de antelación cómo será la temporada próxima, todo apunta que  será un buen año de perdices. De momento, la cosa pinta muy bien, si el virus nos lo permite y nos deja volver salir a cazar.