Me ha llamado la atención el dato que publicaba este mismo periódico en su edición del pasado jueves, donde un 25% de los llamados a vacunarse no se ha presentado a la cita de vacunación.

Un porcentaje relativamente alto que pone en riesgo la salud de otros.

Los efectos secundarios que pueda tener la vacuna son infinitamente inferiores al hecho de no vacunarse, cuyas consecuencias son mucho peores aún como reflejan las cifras, que ya ha dejado más de tres millones de fallecidos en todo el mundo y más de 140 millones de casos.

En una pandemia como la que estamos viviendo como consecuencia de la Covid-19, la vacuna debería ser obligatoria.

Sin embargo, hay gente que todavía se niega a ser vacunada. En televisión se da pábulo a personajes como Miguel Bosé que sigue lanzando mensajes negacionistas y atribuyendo el virus a las fuerzas del mal. No entiendo como se le ha dado un minuto de atención a este personaje. Ni como músico ni como actor ni mucho menos como personaje público me interesa lo más mínimo.

Yo tengo muy claro que en cuanto me llamen iré a vacunarme y me pondré la vacuna que me toque. Mis dos hermanas han sido ya vacunadas. También varios primos míos. En los casos que yo conozco ,no se ha producido ninguna reacción negativa a la vacuna.

Es más, si nos ponemos muy tiquismiquis, todos los fármacos tienen efectos secundarios hasta una simple aspirina. Pero de esto se habla bien poco. ¿Dejamos de tomar ibuprofeno o paracetamol cuando nos duele la cabeza o tenemos fiebre, pensando en los efectos secundarios? Las medicinas al igual que las vacunas salvan vidas y nos ayudan a tener una vida mucho mejor.

La única solución para poner freno al virus y evitar que siga aumentando el número de fallecidos y de contagiados es que se agilice el proceso de vacunación lo más rápido posible y cuanto más gente haya vacunada, mucho mejor para todos.