Mientras sube el número de contagios y de incidencia acumulada, permitir el acceso a los campos de fútbol y a los conciertos, así como que la mascarilla deje de ser obligatoria en los espacios abiertos es desde mi punto de vista una grave irresponsabilidad.

La Comunidad Valenciana que ha sido ejemplo de buena gestión durante la pandemia tras aplicar unas medidas muy restrictivas, ya ha registrado 373 nuevos contagios en las últimas 24 horas.

Estos días hemos visto como tras un viaje de fin de curso a Palma de Mallorca se ha contagiado un gran número de estudiantes. Esto sería razón más que suficiente para suspender el resto de viajes de fin de curso que hay organizados. Sin embargo, no.

Deberíamos tener todos un poco de memoria y recordar cómo estábamos hace solo un año. Si relajamos las medidas podemos volver a una situación idéntica de colapso del sistema sanitario. No se trata de ser agorero sino realista.

El hecho de que la mascarilla, que durante todo este tiempo nos ha ayudado mucho a evitar los contagios deje de ser obligatoria no significa que el que quiera ponérsela no se la ponga, pero hemos escuchado testimonios en televisión el mismo día que dejó de ser obligatoria absolutamente delirantes, festejando el fin de su uso cuando ha servido para salvar muchas vidas.

Reino Unido ya ha notificado el número más alto de casos de Covid desde febrero por la cepa India. Israel que fue el primer país en inmunizar a su población ha vuelto de nuevo al uso obligatorio de la mascarilla, tras el aumento de los contagios. No se sabe muy bien los efectos de la nueva variante lambda, pero los científicos hablan de una capacidad de contagio de apenas unos segundos, en la anterior hablábamos de una exposición de 15 o 20 minutos y con capacidad de evadir las vacunas.

Aquí queremos salvar la temporada turística, como quisimos salvar la Navidad y todos sabemos las consecuencias que tuvo aquello. Mucho me temo que seguimos los mismos pasos que entonces.