La carta que han firmado los jefes de prensa de varios partidos políticos y organizaciones políticas como: ERC, PNV, Compromís, la CUP, Junts, PdCat, EH Bildu, BNG, Más País, Unidas Podemos, Nueva Canarias y PSOE, donde ponen en cuestión el comportamiento de algunas personas acreditadas en la sala de prensa del Congreso de los Diputados es un intento más de amordazar a la prensa y a los periodistas incómodos. Huelga decir que esas personas son periodistas debidamente acreditados que se limitan a formular preguntas en las ruedas de prensa, es decir a hacer su trabajo, y donde el señor Rufián se niega sistemáticamente a contestar, alegando que no responde a burbujas mediáticas de la ultraderecha para rehuir preguntas comprometidas.

Yo he escuchado a algunos de estos periodistas en la sala de prensa del Congreso de los Diputados formular siempre las preguntas de modo correcto y educado, y no han sido respondidas por algunos representantes políticos, como el señor Rufián. No veo ninguna falta de respeto en preguntar, por ejemplo, por los muertos que se originaron en Barcelona en una vivienda ocupada.

Personalmente me parece un gravísimo ataque a la libertad de información nunca vista desde el franquismo.

Esto de seleccionar a periodistas y a medios de comunicación atendiendo únicamente a razones ideológicas es absolutamente intolerable en un estado democrático. Y esto es lo que quiere hacer precisamente este Gobierno entregado a los independistas.

Qué personajes como Echenique, Otegui o Rufián vengan a darnos a los demás lecciones de decoro parlamentario es cuanto menos chistoso, si no fuera por la gravedad del trasfondo que se respira.

Se permiten hablar de código ético, los mismos que se han saltado todas las normas y han convertido el Parlamento en un circo.

Los representantes públicos de los partidos están obligados a responder a las preguntas de los periodistas, sean del medio que sean, entre otras razones porque les va el sueldo en ello y además están en la sede de la soberanía popular.

Este contubernio de partidos de izquierda que se han unido para decidir cuál debe ser el funcionamiento de las ruedas de prensa es un ataque frontal a la libertad de prensa, perpetrada por los mismos que quieren romper con la unidad de España y con el estado de Derecho.

Los periodistas parlamentarios que cubren este tipo de información no deberían acudir a ninguna rueda de prensa más mientras no se retire esta infame carta que solo buscar silenciar y perseguir a quienes no piensan como ellos y establecer la censura como medio de coerción.