No es nada nuevo que ERC, EH-Bildu, Junts, PNV, BNG o la CUP critiquen duramente el discurso del rey. Todos los años lo hacen. Forma parte del imaginario popular.

Como era de esperar los partidos independentistas como ERC o EH Bildu han cargado contra el discurso de Navidad del Rey Felipe VI por no haber hecho ninguna alusión al rey emérito. Obviamente no había ningún motivo para hacer referencia a don Juan Carlos en un discurso de Navidad dirigido a todos los españoles.  Habló de la Constitución, del cambio climático, de la pandemia, del volcán de la Palma y de la necesidad de que los partidos políticos busquen el consenso, entre otras muchas cosas.

También Unidas Podemos se ha sumado a esa feroz crítica contra el discurso del monarca. Hasta aquí todo normal. Siempre lo han criticado y dudo que muchas veces lo hayan escuchado en su integridad. Pero basta que sea el rey quien hable para criticar todo lo que diga, aunque diga cosas interesantes para el interés de la nación.

El problema no es que lo critiquen, la crítica forma parte del debate político sino que lo hagan quienes son ahora mismo socios del Gobierno de Sánchez y que deben cierto respeto y acatamiento a las instituciones del Estado entre las que se encuentra  la Corona. Ese es el gran problema, que quienes apoyan a Sánchez a sacar adelante la legislatura se postulen de esa forma tan virulenta contra el jefe del Estado y la institución que representa. Pero más grave si cabe es el silencio del presidente  Pedro Sánchez a los continuos ataques a la Corona.