El No a la Guerra ha vuelto a sonar con fuerza en el Congreso de los Diputados. Los socios de Gobierno de Sánchez no quieren que España participe en la escalada bélica entre Ucrania y Rusia. Han firmado un manifiesto donde está también EH Bildu. Los mismos que defendían la violencia de ETA ahora están en contra de la guerra. Lo podían haber pensado antes de que muriera tanta gente inocente.

Ningún país quiere la guerra entre Rusia y Ucrania, pero al margen de la vía diplomática que sigue su curso, la única forma de doblegar las ansias expansionista de Vladimir Putin es disuadiéndole con el envío de tropas, donde España tiene la obligación de estar porque es miembro de la OTAN. De hecho se ha comprometido a enviar una fragata y varios cazas. Una participación mínima que han agradecido sus socios occidentales.

La consigna del no a la guerra la suscribimos todos. Las fricciones dentro del Gobierno se han vuelto a poner de manifiesto una vez más a raíz del conflicto entre Rusia y Ucrania y donde España tiene que cumplir con el mandato de la OTAN,  protegiendo la soberanía de cualquier país que  vea amenazada su integridad territorial, aunque en este caso Ucrania no sea miembro de la OTAN, pero sí es un país aliado que tiene todo el derecho del mundo a decidir con quién quiere estar y con quién no. Y en este sentido la posición de los ucranianos es clara.

Rusia ha desplegado más de 170.000 soldados en la frontera con Ucrania. Para que nos hagamos una idea el número de soldados desplegados equivale a todo el ejército español. Las amenazas de Putin no son ninguna broma.

Mientras el PP ha dicho que apoya al Gobierno en la crisis de Ucrania, Vox sigue sin pronunciarse sobre si respalda o no la acción del Gobierno de enviar tropas.

A una parte de la oposición y, por supuesto, a los socios del Gobierno les falta no solo sentido de Estado sino también un deber de responsabilidad institucional.