Desde ciertos sectores de la izquierda se ha querido deslegitimar la manifestación de este pasado domingo en Madrid que ha conseguido aglutinar a todo el mundo rural: agricultores, ganaderos y cazadores, bajo un lema común: salvar al campo.

Es obvio que la manifestación ha sido un éxito rotundo, como demuestra la cifra de asistentes a la misma. La que más gente ha congregado de todas las que se han celebrado hasta la fecha. Los números son los que son por mucho que algunos traten de manipular las cifras.

He escuchado decir que era una manifestación de “agricultores de sofá” (Antonio Mestre, dixit) o que era una manifestación orquestada por la extrema derecha, donde solo asistían fachas y señoritos.

Ninguna de las dos cosas es cierta, pero parece que a la izquierda le moleste que la gente se manifieste y, en este caso, las razones de que lo hayan hecho está más que justificada y avalada por la situación de desamparo que vive desde hace muchos años el campo español.

Hoy he tenido una discusión con una amiga mía a la que quiero mucho sobre este tema, donde tildaba de nuevo  de fachas y de señoritos a los manifestantes. Parece que el hecho de que muchos portaran la bandera de España o asistieran a caballo con la vestimenta propia es motivo para descalificar la manifestación. Había banderas de España y también del resto de Comunidades Autónomas. El caballo es un animal del mundo rural como lo son las cabras y los burros, que también había.

Tengo muchos amigos cazadores y agricultores que han asistido a la convocatoria y hay de todos los colores políticos. Ninguno vive de las subvenciones ni tampoco son ricos millonarios terratenientes ni invierten su patrimonio en fondos de inversión especulativos. Son gente curtida que viven de su trabajo: el campo. Que se levantan cada día a las cinco de la mañana para sacar adelante a su familia. Esta es la gente que se manifestó ayer.

En esta manifestación a diferencia de otras convocadas por otros colectivos, no se ha producido ningún acto violento, no se han levantado barricadas ni  quemado contenedores ni se ha destrozado material urbano. Tampoco las fuerzas de seguridad han tenido que intervenir en ningún momento. Es importante reseñar todo esto porque estamos acostumbrados a que las manifestaciones sean violentas y acaben con cientos de detenidos y con enfrentamientos entre los organizadores y la policía. Nada de esto se ha producido.  La convocatoria ha discurrido con total normalidad y de forma pacífica.

Desde cierta prensa se ha tratado de ningunear al sector cinegético que también estaba presente en la manifestación de forma muy mayoritaria para hacer valer sus derechos. La ley de bienestar animal que prevé aprobar el Gobierno ha sido la puntilla para un sector, como es el de la caza que genera alrededor de 6.500 millones de euros y da trabajo a cerca de 200.000 personas.

El gran peso de la manifestación no solo lo han tenido los agricultores y los ganaderos, también los cazadores, cuya voz está cada vez más silenciada en los medios generalistas.