El pasado domingo día 15 de julio tuvo lugar en el Paseo de la Alameda de Valencia un acto civil de Jura de Bandera que reunió a más de 1.600 personas.

Un amigo mío del colegio El Vedat que estuvo presente en el acto, Vicente Peralta, me ha pedido que escriba unas líneas.

Supongo que los que allí estuvieron ese día vivieron una mezcla de sentimientos y emociones difíciles de explicar, sobre todo por el componente emocional que tiene un acto de esta naturaleza.

Quisiera empezar este artículo recogiendo unas palabras que pronunció el Teniente General, Fernando García- Vaquero Pradal durante el acto de Jura de Bandera que presidió, señalando que “de esta manera se demuestra públicamente el compromiso con nuestra sociedad, con la protección de nuestros derechos, deberes y libertades, en definitiva con nuestro orden constitucional. Una bandera y unos valores, ejercidos a diario y que son de todos”.

Es importante reseñar esto último porque muchas veces nuestra bandera, que es de todos, es utilizada con fines partidistas por determinados partidos políticos, arrogándose una enseña nacional que nos pertenece y nos representa a todos, al margen de consideraciones políticas.

Habría que desideologizar el componente político que se le ha querido dar desde ciertos sectores.

La bandera representa valores constitucionales y democráticos. Valores de respeto, de tolerancia y de libertad. Valores que nos deberían representar a todos.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez recuperó la insignia nacional en sus actos electorales durante la pasada campaña con una gran bandera de España, reivindicando que es la bandera de todos los españoles.

Debería ser algo normal que todos los partidos políticos de izquierda y de derecha utilizaran el emblema nacional, sin complejos y de una manera natural.

Lo que ocurre en España con nuestra bandera o con nuestro himno nacional, continuamente vilipendiado con silbidos en competiciones deportivas futboleras, no ocurre en ningún país europeo, donde la bandera o el himno son objeto de absoluto respeto y consideración. Muchos deportistas se ponen la mano en el pecho mientras suena el himno de su país. En España cuando algún deportista ha enarbolado la bandera nacional ha sido tildado de fascista.

Aquí se queman banderas de España o fotos del Rey y algunos lo consideran como un acto de libertad de expresión.

Yo no hice el servicio militar, me declaré objetor de conciencia, así que tengo una deuda pendiente con nuestra enseña nacional.