El caso de José Antonio Albadalejo, agricultor de Campo de Cartagena, que ha arrendado una finca de su propiedad de 40 hectáreas para la instalación de placas solares es sintomático de la situación que vive el campo español.

A José Antonio le van a pagar 3.500 euros la hectárea cuando sembrando patatas obtenía un beneficio de 500 euros. Por las 40 hectáreas de su finca obtendrá 140.000 euros anuales.

Fuera de madrugones, de jornadas sin descanso y de tener que luchar por rentabilizar su explotación agrícola, José Antonio recuerda el alza de los costes. “Estoy harto porque el kilo de patata me lo pagan a 30 céntimos y mis costes de producción se han multiplicado por cuatro: en 2021, el litro de gasoil me costaba 92 céntimos y ahora 1,80 euros; en 2021, pagaba 1.500 euros mensuales de luz y ahora voy por 2.000 euros; en 2021, el kilo de abono valía 45 céntimos y ya ha subido a 1,60 euros; en 2021, el metro cúbico de agua salía a 30 céntimos y ahora son 45…", reconoce en una entrevista concedida a El Español.

La situación que describe  José Antonio en la entrevista es la de muchos agricultores españoles que se van a ver obligados a abandonar sus campos ante la falta de rentabilidad de sus explotaciones agrícolas.

Por suerte para él en el Campo de Cartagena la situación está regulada para la instalación de placas solares. No ocurre lo mismo en otros lugares de España con una legislación mucho más restrictiva de protección del territorio, pese a la apuesta que hacen muchas administraciones por las energías renovables. Complicado de entender, si luego no dejan ponerlas.

Yo, en este sentido, creo que es bueno que el agricultor pueda decidir qué quiere hacer con sus tierras<. si seguir cultivando patatas a 30 céntimos, naranjas a 8 céntimos o por el contrario buscar otras alternativas de inversión más rentables.

La decisión de José Antonio no habrá sido nada fácil de tomar después de toda una vida subido al tractor y de varias generaciones dedicadas a la agricultura. Le entiendo perfectamente porque yo también soy agricultor, pero al final hay que comer todos los días y del campo no se puede vivir, salvo que cambien las cosas, algo que parece poco probable que ocurra.

Ahora mismo hay un boom por parte de muchas empresas y fondos de inversión para arrendar terrenos agrícolas para instalar placas fotovoltaicas que ofrecen una rentabilidad que el campo no da ni por asomo.

Los costes se han disparado: luz, gasoil, fertilizantes, abonos, semillas… mientras que los precios que percibe el agricultor por sus productos van a la baja.