Si las relaciones entre EEUU y China no pasaban por su mejor momento, la visita de Nancy Pelosi a Taiwán ha tensionado todavía más las relaciones entre ambos países.

China ha considerado una provocación la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU a la isla de Taiwán, bajo autogobierno chino.

El mandato de Joe Biden como presidente de EEUU en lo que a política exterior se refiere es un auténtico desastre.

La respuesta de China no ha sido solo diplomática llamando a consultas a su embajador sino que ha reforzado la presencia militar en el estrecho de Formosa, con ensayo de misiles y maniobras militares, reavivando de nuevo el fantasma de la guerra.

Cada vez que EEUU mete las narices en asuntos que no son de su incumbencia, ya sabemos cómo terminan. La invasión de Irak, sustentada bajo la mentira de las armas de destrucción masiva, fue una guerra injustificada, movida únicamente por el interés económico de hacerse con las reservas de petróleo. Mentira tras mentira han asolado y destruido países en nombre de la libertad.

EEUU vuelve a su política de considerarse en gendarme del mundo para poner y quitar presidentes a su antojo, poniendo en constante peligro la paz mundial.

Es obvio que EEUU tiene intereses geoestratégicos en Taiwán y no quiere renunciar a ellos. Biden está jugando con fuego porque China no va a permitir ninguna injerencia extranjera en lo que considera parte de su territorio.

Taiwán es un asunto interno que debe resolver China y ningún otro país. Quien juega con fuego se termina quemando.