El PP ha endurecido su discurso ante las próximas citas electorales, con municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina. Poco ha durado el talante moderado que prometió su nuevo presidente Núñez Feijóo cuando tomó las riendas del partido, tras la defenestración de Pablo Casado.

La negativa a cumplir con el plan de ahorro energético, aprobado por el Gobierno en un real decreto, cinco son las comunidades que se han declarado insumisas, todas gobernadas por el PP: Castilla y León, Andalucía, Galicia, Murcia y la Comunidad de Madrid, forma parte de una estrategia política para debilitar al Gobierno.

Esta manera de hacer política mirando permanentemente las encuestas no es buena porque se pierde la perspectiva de lo verdaderamente importante que no se traduce en votos sino en ayudar a las personas y a las familias que realmente lo están pasando mal.

La vuelta a la moderación y a un PP con sentido de Estado, precisamente en un momento muy complicado para nuestro país, agravado por la guerra de Ucrania es lo mínimo que se esperaba de un partido con vocación de gobierno.

Sin embargo, han preferido volver al tono crispado y poco edificante, que no sé si en términos electorales es bueno o malo, pero sí sé que no es lo que necesita este país en estos momentos donde todos deberíamos arrimar el hombro.