El PP debería distanciarse de VOX y no dejarse arrastrar por el tono insultante de sus diputados que han convertido el Parlamento en un auténtico lodazal donde todo vale.

Los insultos y descalificaciones personales que hemos escuchado estos días en el Congreso de los Diputados sobrepasan las más elementales normas de educación.

Se puede discrepar, pero siempre desde el respeto y la moderación.

El comportamiento de algunos diputados, muchos de los cuales son reincidentes, lejos de ser reprobados son arropados por el propio partido. Lo vimos durante la intervención de la diputada de Vox Carla Toscano cuando insultó a la ministra y la bancada verde ardió en calurosos aplausos.

En Vox hay cierto nerviosismo desde la salida de Macarena Olona y aunque las encuestas siguen situando al partido de Abascal como tercera fuerza política, la caída de votos en la formación ultraderechista es importante.

El PP no puede caer en la misma estrategia de Vox de convertir el Congreso en un patio de colegio.

La oposición tiene argumentos más que suficientes para criticar la gestión del Gobierno que pierden consistencia cuando se recurre al insulto como forma de hacer política.

El nuevo líder del PP está cayendo en los mismos errores de su predecesor  Pablo Casado y está repitiendo el mismo discurso incendiario contra el Gobierno que de muy poco le sirvió, salvo para abandonar el partido por la puerta de atrás.

El problema de Núñez Feijóo se llama Isabel Díaz- Ayuso que es quien de verdad está  marcando la agenda política del PP.